lunes, 30 de diciembre de 2013

> Visita a Bodegas Olarra


Jardín de acceso a Bodegas Olarra (Logroño)


Lo primero que sorprende al llegar a Bodegas Olarra (Logroño) es su ubicación. Llama la atención que una bodega se encuentre en pleno polígono industrial y no en medio de un mar de viñedos, pero se da la circunstancia de que sí estuvo rodeada de vides... hasta hace unos años. En el momento de su construcción allá por 1973, Olarra contaba con abundantes hectáreas de viñedo propio, pero sucesivas expropiaciones "en aras del bien común" y con la vista puesta más en el desarrollo industrial que en el vitivinícola, condujeron a la situación actual. Pervive, gracias a Dios, su espectacular y vanguardista diseño arquitectónico en forma de diapasón, obra del arquitecto José A. Ridruejo y destaca sobre todo lo demás su preciosa sala con 27000 barricas, culminada con sus 111 cúpulas hexagonales, merced a la cual Bodegas Olarra recibió el sobrenombre de "La Catedral del Rioja".

Maqueta de Bodegas Olarra. El "panel de abeja" representa la sala de barricas

Desde el aula de catas se aprecia esta vista de la sala de barricas con sus 111 cúpulas hexagonales

A nuestra llegada fuimos recibidos por Álvaro García, responsable de enoturismo de la bodega, quien hizo las veces de anfitrión a lo largo de nuestra visita. El acceso a la bodega se realiza desde una gran sala de recepción recientemente remodelada, con suelo de madera, paredes de cristal y escaleras de corte moderno, que le da al conjunto un aire muy actual, sin perder nada de la idea original del arquitecto, imbricando perfectamente los elementos añadidos a la construcción original en hormigón, material que a día de hoy puede sorprender en una bodega, pero que en los años 70 supuso toda una revolución. El arquitecto, además, planificó el diseño con la finalidad de que resultara idóneo para la fabricación del vino, no desde el punto de vista estético sino desde la funcionalidad. Y logró ambas cosas. Sus 56000 metros cuadrados de superficie son visualmente atractivos, pero son eminentemente prácticos para la elaboración y envejecimiento de los vinos.

Interior de Bodegas Olarra. Fusión de materiales en la arquitectura


Desde la óptica del enoturismo, Bodegas Olarra era absolutamente desconocida hasta el año 2007. La bodega padeció cierto hermetismo hasta entonces: no era posible visitarla, no existía una persona responsable en la plantilla, no figuraba en las guías de bodegas visitables, etc. Todo aquello ha cambiado. De hecho, aún siendo el nuestro el último grupo de visita del año, estaba al completo. Es notable el interés que despierta el enoturismo.

El Grupo Olarra engloba a su vez 3 bodegas: Bodegas Ondarre (Viana), Bodegas Olarra (Logroño) y Bodegas Casa del Valle (Toledo). Las dos primeras elaboran vino bajo la DOC La Rioja, aunque Ondarre está ubicada en Navarra, dado que territorios limítrofes pueden acogerse a la denominación de origen  según admite el Consejo Regulador. La tercera de las bodegas mencionada elabora sus vino bajo la denominación Vinos de la Tierra de Castilla y produce además un excelente aceite. Olarra produce la friolera de 10 millones de botellas de vino al año, de las cuales más de la mitad se destinan a exportación. 2013 ha sido un año magnífico para Olarra, pues a los premios logrados por sus vinos (en especial la gama Cerro Añón) se ha sumado recientemente el galardón como mejor bodega elaboradora del presente año.

Imagen promocional del Cerro Añón Crianza 2010


Imagen promocional de los reservas 2008 premiados


En la actualidad, Olarra cuenta sólo con 4 hectáreas de viñedo propio con producción controlada. El resto de la uva es adquirida a productores locales, pero siempre bajo dos premisas: la calidad y la fidelidad. Hacia el mes de Julio, los técnicos de la bodega realizan las visitas a los viñedos de los que se va a adquirir la uva, toman sus muestras, las analizan y firman con el productor un contrato de compra garantizada. Hay que tener en cuenta que en esa fecha ni siquiera ha comenzado el envero (maduración de las uvas) y sin embargo la bodega firma un precio y un compromiso de compra que jamás se rompe. El productor cobrará lo pactado aunque alguna inclemencia climatológica arruine la cosecha a lo largo de los dos meses largos que faltan hasta la vendimia. La base de este método de compra-venta es la confianza, y así se trabaja desde hace años. Hay productores que llevan décadas vendiendo la totalidad de su cosecha anual a Bodegas Olarra.

¿Cava elaborado en La Rioja? Pues efectivamente...

El catálogo de Bodegas Olarra incluye cavas, blancos, rosados y tintos, pero han sido estos últimos, y en especial los tintos con crianza los que han situado a Olarra en el mercado. En la elaboración de los crianzas, reservas y grandes reservas es donde se cuidan los detalles hasta el último extremo. Pondremos varios ejemplos. La primera fermentación (alcohólica) se realiza de manera individualizada separando no sólo las distintas variedades de uva (tempranillo, graciano, mazuelo, garnacha) sino también según su calidad. Los enólogos analizan el resultado de cada depósito y es en ese momento cuando realizan el coupage, justo antes de la segunda fermentación (maloláctica). Otro detalle de calidad: el enorme volumen de producción obliga a una adecuada homogenización de lotes, lo cual se realiza durante 24 horas en tinas de roble, tinas que antiguamente se emplearon como depósitos de fermentación, y que resisten orgullosas al paso de los años.

Capítulo aparte merece la gestión del parque de barricas. Un océano de 27000 barricas de roble (80% americano y 20% francés) puede observarse desde un pequeño mirador en el interior de la sala de barricas. El mantenimiento de esas barricas supone un capital muy importante en los presupuestos de la bodega. Tengamos en cuenta que una barrica de roble americano cuesta más de 300 euros y una de roble francés supera con creces los 600 euros. La vida máxima de una barrica oscila entre los 4 y los 6 años, de manera que cada año hay que invertir en la renovación del parque de barricas. 
Interior de la sala de barricas. Vista desde el mirador
Más barricas. No se ve el final...

Los vinos con envejecimiento, deben cambiarse de barrica 2 veces al año, proceso que se denomina trasiega y ese momento se aprovecha para rellenar las barricas (la madera "se bebe" parte de vino), retirar los sedimentos o lías, e higienizar las barricas (con agua a presión, vapor y azufre). Más costes añadidos. Hay que tener en cuenta que las barricas nuevas realizan un mayor aporte de madera al vino, así que durante las trasiegas debe tenerse en cuenta la edad de la barrica y su grado de tueste. Las barricas gastadas, casi al límite de su vida útil, son perfectas para el ensamblaje final de reservas y grandes reservas. En resumen, un colosal trabajo que permite muy pocos errores, si no se quiere estropear el resultado final.

Para finalizar, regresamos a la recepción donde hicimos la cata de uno de los vinos premiados este año. El Cerro Añón Reserva 2008 se presenta en botella borgoñona negra opaca, con etiqueta del mismo color y caligrafía en color dorado. Elaborado mayoritariamente con tempranillo, incorpora un 20% de las otras tres castas tintas riojanas. Es un vino que se produce exclusivamente en aquellas añadas más especiales, después de un cuidado proceso de selección de uvas. Ha pernoctado durante 20 meses en barrica antes de su embotellado en Febrero de 2011 y ha obtenido sendas medallas de oro en tres prestigiosos concursos ingleses: Decanter, Wine & Spirits y International Wine Challenge. Visualmente es de un color rojo picota de capa alta, limpio y brillante, con lágrima gruesa y de caída lenta. A copa parada parece (sólo lo parece, pero no lo es) inicialmente poco expresivo, de apertura lenta pero firme una vez conseguida. Nariz compleja, con predominio de los tostados sobre las frutas rojas y negras, notas de vainilla y torrefactos. En boca es amplio, bien redondo, fresco y suave, con regreso de la fruta y taninos perfectamente ensamblados. Postgusto medio-largo con recuerdos balsámicos y un sutil final especiado.



A su ya de por sí extenso catálogo, Olarra añade algunos vinos especiales, se podría decir que los elabora "por encargo", habitualmente para clubes de vino. Preguntamos a Álvaro cual era la forma de trabajar con esos clubes y nos explicó que la bodega, una vez que recibe el encargo, presenta al cliente una serie de muestras cumpliendo con las características demandadas (variedad de uva, envejecimiento, etc) y el cliente elige libremente. El etiquetado es también personalizado y ese vino no se comercializa por los canales habituales, queda en exclusiva para el club. En ningún caso se trata de vinos procedentes de almacenamiento prolongados, ni vinos descatalogados, ni vinos reetiquetados. Algunos ejemplos son el Vía Láctea Reserva 2008, El Bene Placitum Reserva 2008 y el Sagasta Reserva 2008 que pueden conseguirse a través del club de vinos Vinoselección. El primero de ellos ya hemos tenido oportunidad de probarlo, y el tercero no tardaremos mucho en hacerlo.




Lo avanzado de la hora nos impidió seguir disfrutando del vino por más tiempo. Nos despedimos de Álvaro agradeciéndole sus magníficas explicaciones y su profesionalidad, no sin antes adquirir un lote de tres vinos: el catado Cerro Añón Reserva 2008, el también premiado Cerro Añón Crianza 2010 y un interesante Cerro Añón Reserva Especial 2005.

Lote de vinos adquiridos. El de más a la derecha es un novedoso monovarietal de Graciano 


martes, 24 de diciembre de 2013

> Un par de "ceniceros"




En realidad el gentilicio de los naturales de Cenicero es "cenicerense", pero nos hemos tomado la licencia de deslizar en el título de la entrada así como en la imagen de presentación otra idea diferente, con el ánimo de hacer un juego de palabras y llamar así la atención del lector.

La ciudad de Cenicero situada a escasos 20 kilómetros de Logroño, prácticamente equidista de la capital y de la vecina localidad de Haro. No disfruta del renombre de la primera ni tampoco puede presumir de la cantidad de bodegas de la segunda, pero sin embargo alberga ciertas joyas riojanas en materia enológica. A bodegas de gran tradición se han unido en los últimos años bodegas más jóvenes y de corte más moderno, como Martínez Laorden, Tritium o Consejo de la Alta. 

Marqués de Cáceres, Bodegas Riojanas o Bodegas Lagunilla son claros ejemplos de productores de vinos tintos clásicos de Rioja. Y se trata de vinos clásicos de la cabeza a los pies, o mejor dicho, del etiquetado a la copa. Predominio del color granate en los etiquetados y cápsulas, escudos heráldicos, litografías, caligrafía dorada... Lo dicho: clásicos como Humphrey Bogart en Casablanca.

La comparativa, en esta ocasión, decidimos hacerla con dos crianzas del año 2010: Puerta Vieja Crianza de Bodegas Riojanas y Lagunilla Crianza de Bodegas Lagunilla, ambas por supuesto ubicadas en la ciudad de Cenicero. Exteriormente comparten la botella tipo bordelesa, el color de cápsula y etiqueta, así como la buena calidad del corcho. Difieren en el color del vidrio: en el Puerta Vieja es de un color caramelo oscuro muy atractivo, mientras que en el Lagunilla es del color verde de toda la vida: un punto más de clasicismo para el Lagunilla.

Los protagonistas

El Puerta Vieja Crianza 2010 ha sido el primer tinto que hemos probado de Bodegas Riojanas. Hace un tiempo tuvimos ocasión de disfrutar de un Viña Albina Blanco Semidulce sencillamente exquisito, pero para nosotros los tintos de esta bodega eran unos completos desconocidos.  Así pues, emprendimos la labor de catar el vino sin prejuicios, algo que en realidad debería hacerse siempre y que en pocas ocasiones se consigue. 

Puerta Vieja Crianza 2010

Color rojo cereza de capa media con ribete granate, el Puerta Vieja Crianza 2010 se presenta en la copa muy limpio, con lágrima escasa y poco pigmentada. Aromas de frutillas rojas y negras, de aparición algo lenta, debido a su retraso en abrirse. Mejora bastante la fase olfativa tras su apertura, ganando expresividad y haciendo aparición la madera nueva. En boca se detectan taninos suaves bien integrados. Tostados y especiados. Algún toque láctico. Postgusto medio ligeramente amargo pero agradable, no atribuible al 80% de Tempranillo, sino más bien al Mazuelo y al Graciano, minoritarios pero con presencia, sobre todo en boca.


Lagunilla Crianza 2010


Vayamos con el segundo.

Con un coupage de Tempranillo (80%) y Garnacha (20%), siguiendo las modas del mercado actual, según las cuales cualquier vino que quiera llegar a ser algo debe incorporar Garnacha, el Lagunilla Crianza 2010 conserva sorprendentemente todo su carácter riojano, logrando extraer las virtudes pigmentarias de la Garnacha sin extremar su carga tánica. En otras palabras, se obtiene un bonito color en fase visual sin perturbar la fase gustativa con astringencias no del todo deseables.

Cereza de capa algo más que media (gracias, Garnacha) con ribete teja. El color del ribete otorga un segundo punto extra de clasicismo. Lágrima presente aunque no abundante, medianamente pigmentada. A copa parada apenas se detectan aromas frutales. Con paciencia se logra evidenciar ciruelas pasas, aunque el predominio es de la madera tostada no del todo nueva. Por supuesto hay taninos, pero educados y amalgamados. Su acidez es significativa y casi indispensable, pues equilibra perfectamente el resultado final. Postgusto medio, no demasiado evocador.

De manera que nos encontramos en sentido estricto ante dos crianzas clásicos de Rioja, más incluso que los Paternina Banda Azul 2008 y 2009 ya comentados en una entrada anterior, y desde luego con un resultado mejor que aquellos. 

Por su carácter más frutal y algo menos astringente, pensando sobre todo en su versatilidad, tal vez nos quedáramos con el Puerta Vieja, aunque la expresividad, el clasicismo imperante y sobre todo la magnífica integración de la garnacha en el resultado final, hacen del Lagunilla un vino a tener siempre en nuestra vinoteca, para descorcharlo en aquellos momentos en que busquemos refugio, después de probar vinos más modernos, en un Rioja de toda la vida.

Puede ser que en realidad nos estemos negando a cortar definitivamente nuestros lazos con el pasado, o que nos dé miedo proyectarnos hacia vinos más arriesgados y modernos. No lo sabemos con certeza. Lo que sí sabemos es que con estos vinos tan clásicos nos encontramos a gusto. Para nosotros son vinos cómodos, confortables y sin riesgo. Nuestro lado más conservador se aferra a ellos. No nos sorprenden, pero nunca nos defraudan. En nuestra opinión son un valor seguro.





martes, 17 de diciembre de 2013

> Blancos Semidulces de Rioja




Blancos de Rioja: "rara avis"

Tradicionalmente los vinos blancos en Rioja han sido los grandes incomprendidos. La mayoría de bodegas dejaron de creer en ellos y sustituyeron aquellos viñedos de uva blanca por uva tinta, animadas insistentemente por el Consejo Regulador que llegó a prohibir las nuevas plantaciones de uva blanca. En los últimos 25 años la superficie de viñedo de uva blanca se ha reducido a la mitad, mientras que la de uva tinta se ha duplicado. Pero los tiempos cambian y en la actualidad el problema que existe es que no hay suficiente cantidad de uva para satisfacer la creciente demanda que el mercado tiene de blancos de Rioja, de ahí sus precios habitualmente elevados. Particularmente no nos vemos atraídos por vinos blancos, pero como en todas reglas, existe una excepción: los blancos semidulces.




Un capítulo de la Historia de España


En 1939 tras la finalización de la Guerra Civil, el país era un absoluto caos. Hubo problemas para contratar vendimiadores y algunas uvas se quedaron en la viña hasta el mes de Noviembre, desarrollando algunas de ellas "podredumbre noble", infectadas por un hongo llamado botrytis. Con aquellas uvas dulces y concentradas de la variedad Viura (aunque también pudo tratarse minoritariamente de Malvasía o Garnacha Blanca) se elaboró un vino, se metió en barrica y se olvidó durante décadas. Se descubrió en 1970, se embotelló y se volvió a olvidar hasta años más tarde. Con motivo de una reciente celebración familiar en Bodegas CVNE, se probó y se redescubrió un blanco semidulce soberbio, un vino único, irrepetible... 30 años en barrica y 40 en botella son hoy en día impensables. Un milagro de vino, un vino jurásico que nunca salió a la venta. Un viaje en el tiempo y en la historia de España.



Actualmente se ha recuperado la tradición y se produce una pequeña cantidad de Corona Semidulce, que desde luego nada tiene que ver con aquel de 1939, con el que comparte el nombre, la etiqueta y los primeros pasos de su elaboración, no así el posterior envejecimiento.

Muy pocas bodegas elaboran vinos de este tipo. Suelen comercializarse en formato pequeño de 500cl y debido a su escasa producción y dificultad de elaboración (no todos los años son favorables en lo climatológico para su fabricación), no suelen ser baratos. Bodegas Riojanas (Cenicero) elabora su Viña Albina, Bodegas CVNE (Haro) su Corona y Bodegas Franco-Españolas (Logroño) su Diamante



Guardan este tipo de vinos riojanos un remoto parentesco con otros vinos muy apreciados procedentes nada menos que de Hungría: los vinos Tokaji Aszú, elaborados con uvas autóctonas de centroeuropa igualmente infectadas con botrytis, y en su origen allá por el siglo XVI también están los continuos conflictos bélicos regionales, los cuales fueron los responsables de los retrasos en la vendimia. Los vinos Tokaji dulces (también hay secos) se clasifican según su contenido en azúcar desde los 3 hasta los 6 puttonyos (con perdón), en función de la cantidad de uva pasificada (aszú) que se adiciona a la uva normal. Antiguamente un puttony era un cesto con capacidad para 20 o 25 kilogramos de uva. Esta clasificación y modo de elaboración puede recordarnos vagamente a la que se realiza en los vinos de Jerez y que ya comentamos en una entrada anterior.

Es inevitable pensar en cuántas ocasiones el azar o la negligencia humana consigue transformar un error en un valioso avance. Recordemos, sin ir más lejos, que el descubrimiento de la penicilina por el Dr. Alexander Fleming en 1928 se debió a la contaminación de unos cultivos bacterianos con el hongo Penicillium notatum. Una enorme torpeza que le hizo pasar para siempre a la historia. Bendito hongo y bendito despiste... 




Regresemos a nuestros protagonistas. 

Los blancos semidulces riojanos son vinos muy curiosos. Lo mismo pueden tomarse como aperitivo que maridarse con alimentos ligeros al paladar, tales como mariscos o foies. No es muy acertado servirlos como acompañamiento de platos más intensos, porque se ven desbordados, únicamente quizás con alguna fusión culinaria agridulce o tal vez con una ensalada templada. Su temperatura de servicio debe ser baja, bien fríos resultan más placenteros, conforme ganan temperatura pierden gracia. Imprescindible es el empleo de cubitera con hielo, así como servir pequeñas cantidades en las copas para que el vino no se caliente, aunque esto obligue a un continuo paseo de la botella por la mesa. Por sus pequeños formatos, resultan ideales para una velada romántica donde "tres son multitud", a la luz de las velas, y con una cena más bien ligera que invite a levantarse de la mesa con el estómago no demasiado lleno, por lo que pueda pasar después...






martes, 10 de diciembre de 2013

> Comparativa Cune Crianza 2010 vs. Cune Selección Sumiller 2010




La Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE) fue fundada hace 135 años por los hermanos Raimundo y Eusebio Real de Asúa, quienes originarios de Bilbao decidieron trasladarse por problemas de salud hasta la riojana población de Haro. Allí iniciaron la producción de vino y allí sigue esta bodega emblemática en la actualidad. Una curiosidad: su nombre puede verse escrito en muchos sitios con "U", aunque originalmente fue una "V", debido a una errata de imprenta que se produjo en las etiquetas al inicio de sus tiempos. Tal vez para cuando se quiso subsanar el error ya era demasiado tarde, o tal vez a alguien le hizo gracia el cambio, lo ignoramos, pero a día de hoy supone la seña de identidad más original de la bodega, así como parte indispensable de su imagen corporativa.

En realidad CVNE está integrada por tres bodegas: CVNE en Haro, Viña Real en Laguardia y Contino en Laserna.

Recepción de Bodegas CVNE (Haro)


La bodega original se alza en Haro, en el conocido Barrio de la Estación, donde CVNE ha levantado su "Aldea del vino", conformada por 22 edificios diferentes, la mayoría de ellos en rededor de un delicioso patio central. Las paredes de adobe, el adoquinado, los árboles y setos, la madera de chopo, todo tiene un encanto especial. En la llamada "Nave Fundacional" se ubican la tienda, el área de exposición y las salas de catas, en cuyas paredes se pueden ver enmarcadas cartas de solicitud de pedidos con el sello de la Casa Real Española. La "Nave Eiffel" erigida en 1909 supuso una revolución arquitectónica en aquel tiempo y de ella ya hablamos en una entrada anterior. La "Nave Real de Asúa" bautizada así en honor de los fundadores, sirve para la elaboración artesanal del vino Imperial y como curiosidad añadiremos que el Imperial Gran Reserva fue el tinto elegido para ser servido en la boda de los Príncipes de Asturias, tras la realización por parte del Consejo Regulador de Rioja de una cata ciega de 85 vinos calificados como Gran Reserva de las mejores añadas. Sin duda, todo un honor para CVNE.

Aldea del Vino. Bodegas CVNE (Haro)


Los calados de CVNE nos llevan a su cementerio, reino del Penicillium y de las telarañas, genuino hábitat donde los vinos más ancestrales, algunos auténticas joyas, envejecen. Nadie diría al ver las enmohecidas botellas que su contenido pudiera ser tan codiciado, en un paralelismo que nos recuerda a la Alhambra de Granada, cuyo aspecto exterior para nada invita a pensar en las maravillosas riquezas que atesora su interior. En 1979, primer centenario de la bodega, se arrojó al río Ebro la llave de la reja que da acceso a los vinos más valiosos. La leyenda cuenta que sólo se abrirá en 2079, exactamente cien años después, y exclusivamente si hacen acto de presencia los espíritus de los asistentes a la recepción de 1979. Parece improbable que la profecía se cumpla.

En el interior de los calados de CVNE en Haro


La siguiente de las bodegas es Viña Real en el término municipal de Laguardia. En ella se elaboran vinos desde 1920 y su privilegiada ubicación en lo alto del Cerro de la Mesa, así como su característica forma de barrica, le han supuesto más de un premio, arquitectónicamente hablando. En su construcción se realizaron dos calados gigantescos y su excavación pudo ser posible merced al empleo de las tuneladoras utilizadas en el Metro de Bilbao. La implantación de la más moderna tecnología y la ergonomía en el diseño de sus instalaciones hacen de Viña Real una de las bodegas más avanzadas y modernas de La Rioja.

La tercera y última de las bodegas de CVNE es Viñedos de Contino en Laserna. Con una extensión de 62 hectáreas, su ubicación en la Finca San Rafael es absolutamente privilegiada y sigue el diseño del típico chateau bordelés, una casa solariega rodeada de viñedos donde se elaboran vinos muy exclusivos. Los eventos que se realizan van un poco más allá de la mera visita a la bodega y cata posterior. Catas gourmet, talleres de iniciación a la cata, talleres olfativos, sesiones de belleza... son algunas de las actividades que se ofrecen.


CVNE Crianza 2010 Selección del Sumiller


Hermanos enfrentados

En nuestro afán diario de localizar vinos originales a la vez que accesibles, dimos hace unas semanas con una propuesta verdaderamente novedosa. Se trata de un vino destinado exclusivamente al canal profesional, sobre todo restaurantes, el cual se comercializa únicamente a través de una empresa mayorista que ha llevado a cabo un proyecto ambicioso. Consiste en el diseño en estrecha colaboración con varias bodegas de distintas denominaciones de origen españolas, de una serie de vinos llamados "Selección del Sumiller". La idea es sacar dos colecciones al año, en junio y en noviembre, con precios muy competitivos, de manera que los profesionales de hostelería puedan ofertar vinos de calidad a aquellos clientes que deseen ser aconsejados o bien a aquellos que prefieran salirse de los vinos digamos "habituales".

Cada vino conserva el nombre original otorgado por la bodega, de modo que se sabe perfectamente quién lo ha elaborado, pero se asemeja más a un vino de autor, pues las variedades de uva utilizadas y los porcentajes de las mismas, dan como resultado unos coupages verdaderamente notables. Se dejan notar la labor de cada enólogo y, por supuesto, la de los dos sumilleres del grupo de cata de la empresa responsable del proyecto: D. Custodio López Zamarra (sumiller del restaurante Zalacaín de Madrid) y Dña. Andrea Alonso (sumiller Premio Nariz de Oro 2010).

Adquirimos unas botellas de Cune Crianza 2010 Selección del Sumiller y nos propusimos hacer una cata comparativa con su hermano el conocido Cune Crianza 2010.

Detalle de la etiqueta 

Exteriormente tienen en común la botella bordelesa y el predominio del color blanco en la etiqueta. En el Selección del Sumiller ha desaparecido el nombre CVNE en gran tamaño que ostenta la etiqueta del Crianza, siendo sustituido por el escudo de la bodega. El color de la cápsula es también diferente: el rojo típico empleado en el Crianza pasa a ser un curioso plateado, casi oro rosa en el Selección, color muy similar al utilizado en el Reserva.

Vayamos a la cata. Visualmente son ambos muy similares: color picota intenso de capa media (quizás algo menos en el Crianza) con ribete granate, limpios y brillantes, lágrima escasa levemente pigmentada en ambos. En nariz es evidente el predominio de frutas rojas sobre maderas nuevas, mucho más rico en fruta el Crianza, incluso a copa parada. Una vez movidos en la copa, se igualan mucho las sensaciones olfativas: algún tostado, vainilla y canela. 

En fase gustativa se detectan más diferencias. El Crianza es más redondo aunque menos comunicativo, se deja beber mejor pero aporta menos abanico de sabores. El Selección resulta algo más tánico, con un puntito de astringencia (tal vez fruto del coupage, desconocido por nosotros, pues la etiqueta nada indica al respecto) que para nada interfiere con el resultado final, más bien al contrario, lo refuerza. Postgusto medio y agradable.

La clave puede residir en el maridaje. Al Crianza le puede ir bien casi cualquier plato, un poco en el sentido en que hablamos de otros crianzas en una entrada anterior, aunque guisos muy condimentados pueden sobrepasarle. Para esos casos, o para aquellos clientes que busquen un vino más versátil y con más expresividad, el Selección puede ser perfecto, sin olvidar que estamos ante un vino con un envejecimiento breve.

CVNE Crianza 2010 en estuche de regalo. Ideas para Navidad.






lunes, 2 de diciembre de 2013

> Tintos jóvenes con madera: ¿realidad o ficción?






A la ya conocida clasificación más clásica de los vinos tintos (jóvenes, crianzas, reservas, grandes reservas) añadimos hace un tiempo una nueva categoría, los Robles o también llamados semicrianzas, novedad creativa impulsada hace unos años desde Ribera del Duero para designar a aquellos vinos tintos a los que se les da un breve paso por barrica, aunque siempre inferior en duración al que se aplica a los crianzas. En esta entrada vamos a complicar un poco más la situación.

Un tinto joven, por definición y aplicando la lógica más elemental, no debe incorporar madera. Tendrá los aromas y sabores propios de la uva (frutas, flores...) así como los derivados de la fermentación y la maceración (lácticos, tánicos, herbáceos, etc.) pero la madera no debe aparecer por ningún lado. Sin embargo, a muchos consumidores les agrada un recuerdo de madera incluso en vinos jóvenes, los cuales a priori no deberían incorporarlo.

La inmensa mayoría de las bodegas realizan la primera fase fermentativa de la elaboración del vino en depósitos de acero inoxidable y algunas pocas en depósitos de hormigón. Sólo las más exclusivas lo realizan en tinos de madera y casi siempre son bodegas cuyos vinos van a tener un largo periodo de envejecimiento posterior en barrica, es decir, son bodegas muy tradicionales productoras de reservas y grandes reservas, ni siquiera suelen elaborar crianzas. Hablamos de bodegas como Marqués de Riscal o López de Heredia. Así que las bodegas que elaboran vino tinto joven embotellan su producto tras su paso por el depósito de fermentación, sin paso alguno por barrica. ¿De dónde procede entonces ese toque de madera? La respuesta la encontramos en una palabra de 5 letras: CHIPS.




La técnica es sencilla. Consiste en añadir al depósito de fermentación una pequeña cantidad de piezas (chips) de madera de roble, cuya comercialización es absolutamente legal, o incluso se pueden fijar al interior del depósito unas tablas (duelas) de roble para conseguir el mismo efecto de una manera más limpia y discreta. Se trata de la evolución industrial de la antigua práctica doméstica consistente en introducir un pedazo de barrica usada en el depósito durante la fermentación del mosto, para lograr un aporte extra de tostados al vino nuevo. El empleo de chips y/o duelas de madera de roble está prohibido por los consejos reguladores de las 2 principales denominaciones de origen españolas (Rioja y Ribera del Duero), lo cual no quiere decir que no pueda haber en el mercado vinos con esa procedencia en los que se haya empleado esa técnica, bien de bodegas no adscritas a las denominaciones de origen, bien vinos comercializados como "Vinos de la Tierra".

No es una técnica ilegal, siempre y cuando la etiqueta sea veraz. En síntesis: lo que no se puede hacer es comercializar como crianza un vino que no ha pasado por barrica, pero al cual se han añadido chips durante su fermentación. Tampoco es obligatorio indicar en la etiqueta de ese vino joven elaborado con chips el empleo de los mismos, aunque un consumidor avezado lo detectará fácilmente.

Existe cierta controversia con la utilización de los chips. Hay quien opina que se trata de una técnica segura e inocua que permite obtener un producto diferenciado que además resulta atractivo para el consumidor tanto en calidad como en precio, pues es indudablemente más barato añadir chips que someter al vino a un paso por barrica aunque éste sea breve. El mantenimiento y renovación de los parques de barricas es una partida económica muy importante en el capítulo de los costes para las bodegas. Los detractores de los chips argumentan que en absoluto los resultados son asimilables al paso por barrica, y comparan los chips de roble con la comida preparada o las sopas de sobre. Algunos hablan incluso despectivamente de "sopa de roble". El resultado final, dicen, se parece pero no es igual.



Así que la polémica está servida. Más aún cuando hay países que permiten abiertamente el empleo de chips, es el caso de Sudáfrica, Australia y Chile, competidores directos en los mercados internacionales de los vinos españoles. En sus etiquetas incorporan palabras anglófonas como oaked ("robleado") o oaky flavour (aroma de roble) pero no aparece por ningún lado la palabra clave: barrel (barrica). La vieja Europa, tediosamente lenta en esta materia como en muchas otras, no legisló  hasta el año 2006, y lo hizo en el sentido menos favorable para las bodegas españolas, permitiendo el uso de chips, siempre y cuando sea indicado en la etiqueta, lo cual nos tememos no suele ser siempre así.

El catálogo de estos chips es amplio. Se comercializan en forma de polvo para añadir directamente al mosto, en virutas para sumergir en los depósitos, en dados, en listones, en astillas... Y hay diversos tipos de roble, más y menos tostados, más y menos jóvenes, con diversos perfiles aromáticos. De media se estima que un mes de fermentación con chips de roble equivale a un año de crianza en barrica. Un resultado demoledor.




Parece estar claro que cualquier vino español en el que figure en su etiqueta las palabras "envejecido o criado en barrica" no habrá tenido contacto, teóricamente, con los chips de roble o sus derivados. No puede decirse lo mismo de vinos extranjeros, con la salvedad tal vez de los vinos franceses. En cambio, los tintos jóvenes (españoles o no) pueden haber sido elaborados con la ayuda de chips, se indique o no en la etiqueta, pues parece ser un secreto a voces que algunas bodegas los usan pero no lo indican, quedando su empleo en el mutismo de su quehacer diario. Fraude, muy posiblemente, pero de momento la administración mira para otro lado.

¿Se está desvirtuando la elaboración tradicional del vino? O por el contrario... ¿se ha encontrado la técnica clave para abaratar costes? ¿Se puede considerar esta práctica la aplicación de la I+D a la enología? ¿Aumenta el riesgo de fraude? ¿Se debe legislar más estrictamente?

Muchas preguntas pero muy pocas respuestas.

Por último, hemos encontrado información acerca de un experimento casi de ámbito doméstico realizado por una vinoteca navarra, en cuyo blog se detalla cómo la adición de unos pocos gramos de polvo de roble consigue una evolución espectacular en un vino joven. Resulta muy interesante. Puede leerse aqui.



lunes, 25 de noviembre de 2013

> Una noble causa






El pasado viernes día 22 de Noviembre acudimos a la cena solidaria que organizó la Fundación La Caridad con motivo de su 115 aniversario. La invitación nos llegó por mediación de nuestro amigo Gonzalo Aguado, presidente de la Asociación Cultural Los Sitios, consolidada y reconocida figura en materia histórico-cultural, y quien sabe si tal vez en un futuro no muy lejano también en lo político, de la ciudad de Zaragoza. El acto se celebró en el Espacio Ebro del Parque del Agua, y contó con la presencia de más de 200 asistentes. 


Saludando al Presidente de la Asociación Los Sitios


A los saludos iniciales siguió el tradicional posado en el photocall para inmortalizar el evento. Una vez ubicados en nuestra mesa previamente asignada (excelente organización) prestamos la atención debida a los habituales discursos de presentación y agradecimientos, cuya brevedad destacamos y elogiamos. Tras ellos se proyectó un video-spot acerca de la abnegada labor de La Caridad y se hizo entrega de unos galardones a varias personalidades vinculadas de una u otra forma a la Fundación.

Sin más preámbulos pasamos a disfrutar de la cena: entrantes fritos, lasaña de langostinos y redondo de ternasco, todo ello regado con vinos de la bodega Viñas del Vero (DO. Somontano). Como solemos hacer siempre, declinamos probar el blanco Chardonnay y prestamos más atención al tinto Crianza 2009. Tal y como es habitual en estos eventos, la conversación fue animada y fluida, especialmente en el sector femenino, y resultó muy enriquecedor conversar con otro de los asistentes acerca de sus experiencias enoturísticas en Ribera del Duero, de las cuales tomamos nota para futuras escapadas.


Viñas del Vero Crianza 2009


El Crianza 2009 de Viñas del Vero se presentó en botella bordelesa con cápsula roja, etiqueta clásica sobre fondo blanco, el logo de la bodega en la parte superior derecha y la palabra "crianza" como escrita a mano en color rojo en la parte inferior, un detalle este último que nos hizo acordarnos del CVNE Crianza. Visualmente el Viñas del Vero Crianza 2009 tiene un bonito color rojo cereza de capa media-alta con ribete granate. En nariz se revela un predominio de frutas rojas y negras, con sutiles toques amaderados. En boca es fresco y con la acidez justa, característica propia del Tempranillo, pero sorprende un poco la cantidad de taninos, más intensos de lo esperado, tal vez vinculados a la Cabernet Sauvignon, que a nuestro parecer llaman en exceso la atención, sobre todo en la primera copa. Los sabores frutales se acompañan de algún tostado muy correcto, sobre todo en el postgusto medio, y matices de especias blancas, especialmente la pimienta, que nos recuerda a nuestro vino favorito de la DO Somontano, el Enate Cabernet-Merlot, vino que tenemos por costumbre pedir en formato de 500cl, presentación poco habitual en la mayoría de bodegas oscenses.

Durante los postres se realizó la entrega de unos lotes premiados en el sorteo, dos de los cuales recayeron en nuestra mesa. El primero de ellos, por inesperado, casi provoca un infarto a la agraciada, distraída y absorta en sus conversaciones como estaba. Hay que estar un poquito más atentos en estas situaciones. Un segundo regalo fue a parar a manos de nuestro compañero "riberista", al que felicitamos efusivamente no sin cierta envidia. A continuación llegó el espectáculo: un número de danza, un mago, un monologuista y un grupo musical pusieron el broche final a una velada muy agradable, en inmejorable compañía y por una buena causa. 

¿Se puede pedir más?

Por supuesto que sí... 

¡Repetirlo más a menudo!