viernes, 20 de septiembre de 2013

> Recuerdos de alta mar: Paternina Banda Azul


Paternina Banda Azul 2008 (Izda) y 2009 (Dcha)

Después de haberlo tomado por última vez en el marco de una celebración familiar, tumultuosa como casi siempre, maridado con unos entrantes y un asado, nos decidimos a repetir la degustación del más que conocido Paternina Banda Azul, en esta ocasión en la intimidad del hogar, lugar donde habitualmente nos desenvolvemos mucho mejor en materia de vinos, algo alejados de conversaciones múltiples y sin la exigencia de evaluar en público un vino que además había sido elegido por nosotros.

En este sentido nos animamos a realizar una "cata vertical" aunque poco ambiciosa, limitándonos a dos añadas 2008 y 2009 del citado vino de Bodegas Paternina, y comenzamos por orden cronológico descorchando el Paternina Banda Azul 2008. Quizás no fuera el momento adecuado, pues lo hicimos después de haber cenado y sin maridaje alguno. Abrimos la botella y servimos casi inmediatamente una copa. 

Las prisas... malas consejeras

Visualmente encontramos lo esperado: color picota con ribete más malva que anaranjado, lágrima media... buen aspecto de Rioja clásico. En fase olfativa no apreciamos gran cosa, un vino muy cerrado. En boca, sin embargo, la experiencia no pudo ser más nefasta: una súbita explosión de sabores casi ninguno agradable se adueñó de nuestras papilas: ácido, picante, amargo (¿?). Interpretamos que el error fue nuestro. Un vino que ha pasado 18 meses en barrica y más de 2 años encerrado en una botella se merece el beneficio de un respiro, de un soplo de oxígeno, y nosotros no se lo dimos. Una gran equivocación por nuestra parte. Sinceramente, a punto estuvimos de desechar la botella.

Pero somos personas pacientes y templadas. Decidimos reservar la botella y lo intentamos al día siguiente, pero en esta ocasión, planteamos mejor el asunto. Un tiempo de oxigenación prudencial y un maridaje sencillo (tortilla de patata, embutidos y quesos) arrojaron un resultado bien distinto. En nariz mejoró algo, tal vez no lo suficiente, sacando sutiles aromas de fruta madura y algo de madera. Las grandes mutaciones se dieron en boca: lácticos, sabores de crianza, tostados, un final muy especiado (como a pimienta blanca en la punta de la lengua) y un postgusto largo empañado por una astringencia quizás excesiva a nuestro entender.
Al menos habíamos reconducido la situación...

Banda Azul 2008 (izda) y 2009 (dcha)

Banda Azul 2009: cambio de imagen

Las diferencias con su hermano del 2008 comienzan (y casi terminan) en el etiquetado, con una imagen más actual sigue sin perder el clasicismo imperante en Bodegas Paternina y que constituye una de sus señas de identidad. La cápsula ha perdido su ribete azul inferior y la etiqueta ha ganado en dimensiones, pasando a ocupar la totalidad del frontal de la botella. La contraetiqueta incorpora notas de cata más detalladas, breves y casi ausentes en el de 2008, y desde luego persiste aunque modernizada la banda azul cruzada que da nombre al vino, en memoria de los canteros gallegos que excavaron a pico y pala los calados de Bodegas Paternina en Ollauri.

La cata no varía en exceso. Visualmente el color tiende más al granate y de capa más baja. En nariz aparece más fruta madura y las notas de crianza en madera son menos evidentes. En boca es más redondo aunque los taninos siguen sin limarse del todo y traen a la mente la garnacha, omnipresente en muchos vinos de Rioja por el influjo de los gustos del guru del vino Robert Parker y sus críticas tan favorables hacia la mencionada variedad de uva.

Y para terminar, la anécdota...

En Septiembre de 2010 disfrutamos de un crucero por el Canal de La Mancha en compañía de unos amigos de Cantabria igualmente aficionados al mundo del vino. El viaje en cuestión incluía cada noche un vino diferente, de distintas denominaciones de origen todas españolas, para acompañar la cena. El primero de ellos no resultó demasiado satisfactorio, de hecho su nombre lo olvidamos en el mismo instante en que nos levantamos de la mesa, con la esperanza de que el siguiente fuera mejor.

Uno de los camareros asignados a nuestra mesa era un brasileño simpatiquísimo de nombre Ederson, a quien por su característica pigmentación capilar de origen natural todos sus compañeros llamaban Fosforito.

El Mistral, un viejo conocido

La segunda noche el vino que se sirvió fue el Paternina Banda Azul, e inmediatamente vimos la luz. Al terminar la cena, hablamos discretamente con Fosforito y le deslizamos la posibilidad de que "distrajera" unas cuantas botellas del Banda Azul para las noches sucesivas. Con el fin de no levantar suspicacias en sus superiores, cada noche nos ofrecía probar el vino digamos "oficial", y ante nuestra esperada respuesta desfavorable, nos servía el Paternina que tenía "fuera de servicio" en el rincón de un armario reservado para nosotros. Ni una sola noche faltó a su compromiso y nosotros, desde luego, se lo agradecimos con una buena propina al finalizar el crucero.

Hemos realizado ya unos cuantos cruceros, y sin embargo no conseguimos recordar más que a unos cuantos de los camareros que nos atendieron. El servicio siempre es excepcional, correcto y profesional, pero al corazón de la gente se llega por detalles de ese tipo, por formas de ser, por empatía. Son lo que nosotros acostumbramos a llamar "detalles de calidad" de un viaje. Y es que en el fondo, por muchos lujos que se pongan a nuestro alcance, lo importante siguen siendo las personas. Y es lo que se recuerda durante muchos años.

Un fuerte abrazo, Fosforito...

No hay duda alguna. Fosforito, el segundo por la izquierda
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6 comentarios:

  1. Buen vino, bonito crucero, inmejorable compañía.
    A ver cuando nos animamos todos.

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    1. La verdad es que si tenemos que repetir, esperemos que el año que viene pueda ser.

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    2. Ya estoy mirando fechas y destinos para el 2014.
      Dejadlo en mis manos...

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    3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Que recuerdos, buenos y no tan buenos, eh Paco, recuerdarte de los toalleros, jajajaj

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