lunes, 1 de diciembre de 2014

> El vino del desierto (I)



Monegros




Un clima extremo

El paisaje de Monegros es agreste y descarnado. Imperan las zonas desérticas, suelos pedregosos de cascajo y salitre, alternados con barrancos tapizados de matorral y hierbas aromáticas. La climatología es dura y malencarada: a los tórridos veranos sin una gota de precipitación les suelen suceder unos breves y tormentosos días otoñales, que lejos de aportar pluviometría lo que consiguen es agravar la erosión el terreno. Durante el invierno la estepa se hiela con frecuencia, muchas veces cubierta por la niebla y a los pocos momentos en que nieva les suele acompañar un viento gélido del noroeste conocido como "cierzo". Sin embargo, la comarca tiene un atractivo especial, quizás por lo exclusivo, por lo extraño, por lo poco habitual. Cada año se descubren nuevas especies animales, especialmente insectos y arácnidos, e incluso la NASA realizó hace unos años un estudio en la zona, pues se cree que el suelo monegrino puede tener similitudes con el de Marte. Nos nos extrañaría que así fuera.

Durante los primeros años del siglo XX, el vino de la comarca aragonesa de Monegros estuvo muy bien valorado y gozó de una apreciación comercial importante. Cuenta la tradición que Zaragoza, la rica capital de la región, pagaba con carros cargados de agua los carros cargados de vino que se enviaban desde Lanaja, Lalueza y Poleñino, poblaciones ubicadas en mitad del desierto monegrino, productoras de vino de calidad y necesitadas de agua permanentemente. La situación cambió radicalmente a partir de los años 60 con la construcción del Canal de Monegros, infraestructura hidrológica que posibilitó la implantación de cultivos de regadío en la comarca, a priori más rentables que los de secano, y menos dependientes de la climatología. La consecuencia inmediata fue el arrancamiento de las viñas para transformar dichos terrenos en regadío y el abandono casi absoluto del cultivo de la vid. Se calcula que en 1950 en Monegros había 6000 hectáreas de viñedo, mientras que en la actualidad se sobrepasan por muy poco las 200 hectáreas, y se reparten entre escasamente 200 productores.


Imagen promocional de la bodega


Del sueño a la realidad

Como en el famoso discurso pronunciado por Martin Luther King en Agosto de 1963, Fernando Mir también un día tuvo un sueño. Fernando nació en Zaragoza, aunque nunca perdió de vista sus raíces monegrinas y de su cabeza jamás se borró el recuerdo de sus antepasados viticultores en Lanaja. Cuando en el año 2001 José, padre de Fernando, decidió replantar aquella viña arrancada décadas atrás, Fernando tuvo claro su sueño: levantar su propia bodega. Tras finalizar sus estudios unversitarios en Ciencias Empresariales, cursó estudios de postgrado en Enología y en 2010 inició el desarrollo de lo que a día de hoy es la Bodega Dcueva Dmonegros. Debe su nombre a la ubicación donde tradicionalmente el vino de la familia era guardado añada tras añada, en el interior de una cueva construida por los milicianos durante la Guerra Civil. Ya han pasado casi cuatro años desde la adquisición de las primeras parcelas de tierra, y la bodega cuenta en la actualidad con 4 hectáreas de viñedo, la mayoría en el llamado Paraje Sardiruela, a 450 metros de altitud y al abrigo de la Sierra de Lanaja. 

El cultivo se realiza siguiendo la más honda tradición agrícola de la zona, sin mecanización, sin fitosanitarios, de manera totalmente manual y artesanal. La poda se hace a mano y los sarmientos sobrantes se trituran y mezclan con la tierra. En palabras de Fernando, "se devuelve a la tierra lo que nos da". El laboreo se hace con arado y caballo, romanticismo en estado puro, no sólo por nostalgia sino porque así se minimiza el fenómeno conocido como "suela de labor", una compactación excesiva de la tierra que impide el correcto desarrollo de las raíces de la vid, en especial en suelos duros y de escasa pluviometría. Las vides se plantan en vaso, suficientemente separadas unas de otras para favorecer la aireación y reducir el riesgo de sufrir infecciones fúngicas, para lo cual se cuenta con la ayuda del cierzo, "el mejor fungicida", según Fernando. La vendimia, por su puesto, se realiza manualmente racimo a racimo, seleccionando los mejores, en cajas de 10kg, para garantizar que el fruto llegue intacto a la bodega.


Laboreo tradicional


Como no puede ser de otra forma, Dcueva Dmonegros apuesta por la recuperación de aquellas variedades de uva cuyo cultivo fue abandonado en el pasado, las cuales por otra parte, son las más adaptadas a las condiciones tan exigentes que imponen la climatología y el suelo de los Monegros. Garnacha y Cariñena (o Mazuela) entre las tintas, y Garnacha Blanca y Alcañón entre las blancas son los tipos de uva más ampliamente cultivados. No obstante, existe un incipiente proyecto confesado off the record por Fernando de iniciar el cultivo de variedades blancas internacionales: es el caso de la Chardonnay, garantía de éxito con su característico aroma a frutas tropicales y ese paso de boca dulce y goloso, y de la Viogner, originaria del valle del Ródano, responsable de unos vinos achampanados de un único color oro rosado, aromas a manzana roja y muy minerales.

Duna y Sed: los vinos del desierto


Los vinos del desierto

Dcueva Dmonegros elabora exclusivamente dos vinos: un blanco llamado Duna y un tinto llamado Sed. Puede decirse que son dos "vinos de autor", ya que no existe denominación de origen ni organismo equivalente. En realidad Dcueva Dmonegros es el único productor de la zona que elabora vino embotellado. Se trata de un referente por tanto. La base de ambos vinos es la Garnacha, blanca y tinta respectivamente.

El Duna se elabora con un 80% de Garnacha Blanca y un 20% de Alcañón. Fermenta en depósito de acero inoxidable y tras un suave clarificado con clara de huevo natural, se embotella sin filtrar. Para el embotellado no se utilizan bombas de succión ni nada similar, se realiza por gravedad, minimizando el trasiego y la agitación el vino. El proceso de encorchado, encapsulado y colocación de etiquetas se realiza también a mano. Por cierto, el responsable del diseño de la etiquetas es también Fernando. Con una producción anual de algo más de 1800 botellas, se agota su stock cada año, prueba palpable de su éxito. Según nos informaron, sólo queda Duna 2013 para la realización de catas-presentación, apenas alguna caja destinada a la venta.

El Sed es el resultado de un interesante coupage de tres variedades de uva: 50% Garnacha, 35% Cariñena y 15% Syrah, siendo esta última la única concesión que la bodega hace en la actualidad a las variedades internacionales (tal vez por motivos cromáticos), a la espera de ver cómo se adaptan las recientemente plantadas cepas de Chardonnay y Viogner. El mosto fermenta en depósito de acero inoxidable y luego pasa a las peculiares barricas de roble americano de 350 litros, una capacidad poco habitual, pero que permite conferir al vino el aporte justo de madera durante su crianza a lo largo de 8 meses. En realidad se pasa a barrica algo más de la mitad del vino, aproximadamente un 40% se conserva en acero inoxidable hasta el momento de realizar el ensamblaje final, de esta forma el resultado es un vino con una mayor carga frutal, redondeado por la barrica pero sin perder ese aporte de la uva original. El procedimiento de clarificado y embotellado es idéntico al ya comentado. Tampoco se realiza filtrado alguno, de modo que no es extraño encontrar algo de sedimento en la parte final de algunas botellas, lo cual no sólo no supone ningún defecto sino que es indicativo de los métodos absolutamente tradicionales utilizados en su elaboración. Producción anual en torno a 4000 botellas.

En la próxima entrada comentaremos la cata y presentación de estos dos interesantes vinos.

Hasta muy pronto.


Cata-presentación en La Chucrut



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