jueves, 21 de agosto de 2014

> Como en casa...


Circo de Soaso (Parque Nacional de Ordesa)

En nuestras repetidas visitas a la comarca del Sobrarbe, tenemos por costumbre y casi tradición, dejarnos deleitar por la cocina más autóctona y casera posible, poco o nada aficionados como somos a excentricidades culinarias a la hora de sentarnos a la mesa. Tal vez sea un defecto, pero no nos gustan las sorpresas, y preferimos elegir aquellos establecimientos en los que el pan es pan, y el vino... vino.

Fieles como siempre, acudimos noche tras noche al que posiblemente sea nuestro restaurante preferido en el Valle de Broto, con su decoración rústica, sus paredes de piedra, su madera omnipresente, sus cartas con tapas de piel y su magnífica cocina tradicional. El Restaurante Pradas ocupa los bajos del hotel del mismo nombre, de hecho comparten el acceso, y su veintena larga de mesas siempre impecablemente vestidas se distribuyen con criterio y espacio suficiente como para conservar cierta intimidad, manteniendo las distancias entre mesas vecinas, algo muy de agradecer por parte de aquellos que buscamos tranquilidad. La luz tenue e indirecta, así como el hilo musical suave y elegante, acompañan sin molestar, otro detalle de calidad del que parecen olvidarse en otros establecimientos. En estos tiempos en que proliferan los restaurantes ruidosos, bulliciosos y con parque infantil, el Restaurante Pradas es un oasis, una isla de tranquilidad y buen gusto.

Restaurante Pradas (Broto)

Como decíamos, la cocina del Restaurante Pradas es cocina "de toda la vida", tanto en el menú como en la carta. Quien busque creaciones culinarias fruto de meses de experimentación laboratorial del tipo "espuma deconstruida de chuletón al aroma de algas de ibón pirenaico con virutas de malvavisco..." y no sé cuántas cosas más, que se ahorre la visita. Aquí la base de la cocina es la excelente calidad de las materias primas: verduras y hortalizas frescas, postres artesanos y carnes autóctonas, destacando entre estas últimas la de ternera del Valle de Broto, una auténtica delicia del campo a la mesa, como debe ser. 


Maridaje de ternera del Valle de Broto con vino del Somontano

En materia enológica, la carta de vinos no es demasiado amplia, sin embargo permite satisfacer holgadamente a un comensal medianamente interesado. Centrándonos en los tintos, hay referencias clásicas de DO. Rioja (El Coto, Rioja Bordón, Viña Ardanza, Marqués de Cáceres, etc) y de DO. Ribera del Duero (Protos) pero los más abundantes son los vinos de la DO. Somontano, en especial de las tres bodegas más importantes (Viñas del Vero, Enate y Pirineos). 

Precisamente de Bodegas Pirineos es el Montesierravino asociado al menú, el cual en su modalidad tinta ya habíamos probado con anterioridad, resultándonos un vino correcto sin demasiada ambición pero de maridaje sencillo con gran cantidad de platos. Optamos por probar el Montesierra Rosado, ensamblaje de merlot, cabernet y tempranillo, una suerte de "cajón de sastre" de variedades de uva con el que se elabora un vino de color rosa pálido un poco apagado, aromas de frutillos rojos un poco escasos, muy estrecho en nariz, casi inerte. En boca resulta algo ácido, agradable de inicio pero casi incómodo al final. Postgusto herbáceo con amargor muy presente. No fue una buena elección para acompañar unas judías blancas con oreja, ampliamente sobrepasado por el plato. Clamoroso error el nuestro al intentar maridar un plato de cuchara tan contundente con un vino concebido para acompañar pastas, arroces, pescados o a lo sumo carnes blancas. Como curiosidad, la contraetiqueta incorpora un esquema de notas de cata muy interesante y gráfico, que no hemos visto en ninguna otra bodega.

Montesierra Rosado


Contraetiqueta con el esquema de cata

Fresas silvestres


Dejando atrás nuestro ligero desliz con el rosado, el resto de las noches decidimos ir sobre seguro. Optamos por emplear el "comodín pirenaico", es decir, apostamos por un valor seguro de sobra conocido en catas anteriores. El Enate Cabernet-Merlot es un vino muy constante: una añada tras otra mantiene sus características y notas de cata casi idénticas. Se presenta en botella bordelesa de color verde con corcho natural y cápsula de buena calidad. La etiqueta de tamaño medio es "típicamente Enate" con las reproducciones de pintura abstracta que identifican a esta bodega de Barbastro.

Enate Cabernet-Merlot


Ensamblaje de cabernet sauvignon y merlot, mitad y mitad, con posterior paso por barrica de roble durante medio año antes de ser embotellado. Visualmente es de un rojo picota de capa media y lágrima media moderadamente pigmentada. En nariz es una maravilla, frutos rojos en compota y pimienta blanca. También regaliz negro. Pimientos rojos asados. Fondo de cuero y tostados. Taninos bien integrados. Algo astringente en boca (madera nueva o debido a la cabernet o ambas cosas). Postgusto de duración media especiado y muy agradable. Redondo y equilibrado.

Tuvimos oportunidad de probarlo acompañando ensaladas templadas, entrecottes, chuletas de cordero, confit de pato, carrilleras de cerdo, etc. Los resultados obtenidos fueron magníficos, pero con el plato que mejor funcionó, con el que extrajo todo su potencial, fue con un pastel de berenjenas y carne aromatizada con comino. Un despliegue de sabores y aromas inabarcable, todo un escándalo para el paladar. 


Detalle de la etiqueta del Enate Cabernet-Merlot

Poco más queda por añadir. Destacar por último el exquisito trato que el personal del Restaurante Pradas dispensa a sus comensales, en perfecto equilibrio entre la cordialidad y la profesionalidad, aunque bien pensado tal vez no seamos las personas adecuadas para opinar, ya que después de tantos años, más que clientes podemos considerarnos amigos.

Gracias por vuestras atenciones.



sábado, 9 de agosto de 2014

> Torla y el petirrojo


Postal de Torla


La oscense villa de Torla es la puerta de entrada más habitual al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, sin duda una de las "joyas de la corona" del Pirineo Aragonés. 

Desde la construcción hace unos años del aparcamiento público y la posterior liberalización del uso del mismo durante la temporada turística, el centro de la población ha recuperado la tranquilidad y el encanto que antaño tuvo. Las construcciones conservan el aire tradicional y el tipismo pirenaicos, tanto las obras nuevas como las restauradas, de modo que la piedra, la pizarra y la madera son los materiales más utilizados. 

Ya desde el pasado Torla ha venido siendo un núcleo comercial importante, vital en el intercambio de bienes y servicios a un lado y otro de la frontera. Allí acudían los contrabandistas a vender lo que pasaban de estraperlo desde Gavarnie a través del Puerto de Bujaruelo, también los pastores a vender sus productos y animales o a comprar utensilios, herramientas y enseres para abastecer sus hogares y establos. En la actualidad, el comercio en Torla tiene una vocación más turística: tiendas de alimentación y tiendas de regalos satisfacen las necesidades de los visitantes.

Sin embargo, una vez al año se recrea el mercado tradicional, este año en concreto fue el penúltimo fin de semana del mes de Julio, y por unas horas los puestos callejeros invaden la plaza. Los responsables de los mismos, ataviados con ropas que recuerdan a tiempos pasados, se esmeran en atender a los visitantes y compradores. Alimentación y artesanía son los dos sectores más representados, y como no puede ser de otra forma, compramos de ambas cosas. Algo de bisutería artesanal, un poco de queso de Saravillo, unas cervezas artesanas del Valle de Hecho... y vino del Somontano.

Compras

Vayamos al vino...


Nos decidimos por el Petret 2010 de Bodegas Ballabriga (Barbastro), elaborado en base a un ensamblaje cada vez más extendido en la D. O. Somontano: mitad Merlot y mitad Cabernet Sauvignon, con un breve paso por barrica, posiblemente nueva, de 6 meses de duración antes de ser embotellado, en una línea similar a la seguida por otras bodegas de la zona (Enate, Viñas del Vero, etc). Externamente se presenta en botella bordelesa de color caramelo, con una llamativa cápsula de color naranja zanahoria, ambas de calidad adecuada. El tapón (que no corcho) es de silicona también naranja, técnica de cierre que no termina de gustarnos pero que según los entendidos es altamente eficaz a la vez que respetuosa con los alcornoques y el medio ambiente.

Petret 2010

La etiqueta es de gran tamaño y llama la atención su colocación apaisada, de manera tal que hace las veces de etiqueta y contraetiqueta al mismo tiempo. Destaca al lado del nombre del vino en vertical, el dibujo de un pájaro, en concreto un petirrojo, denominado en las comarcas más orientales de la provincia de Huesca con el nombre de petret, de ahí el nombre del vino.


Detalle de la etiqueta

Una vez en la copa, en fase visual es de un rojo cereza de capa media-baja con ribete rosado. Lágrima escasa sin pigmentación. En nariz destaca la fruta roja (fresas y frambuesas) y también negra (moras). Pimiento rojo asado y pimienta blanca, aromas habituales en la variedad Cabernet. Madera muy sutil, quizás algo ahumada. Cerrado de inicio, el ataque en boca no resulta del todo grato. Mejora al rato de descorcharlo (destaponarlo sería más correcto), tanto en nariz como en boca, y en la segunda copa la mejoría es evidente. Taninos presentes muy vivos (de nuevo la Cabernet), agradables en general merced al equilibrio que aporta la Merlot, variedad amable de beber en solitario o en coupage. Breve postgusto especiado, con un ligero amargor que empaña algo la valoración final.

Algunos vinos impresionan en fase visual u olfativa. Otros destacan en fase retronasal. Sin duda en el Petret 2010 la fase de la cata en la que mejor se desenvuelve es la fase gustativa. Visual y olfativamente es correcto sin estridencias, el postgusto es demasiado breve y poco evocador, pero la fase gustativa es francamente agradable. Es un vino para beber y para disfrutar bebiéndolo.

Así pues, bebamos...


Frambuesas silvestres
  






martes, 5 de agosto de 2014

> Era Costana Reserva 2009




El pasado mes de Diciembre realizamos una visita a Bodegas Olarra (Logroño), tal y como quedó detallada en una entrada anterior. Charlando durante la cata con Álvaro García, responsable de enoturismo de la bodega, comentamos la significativa presencia de Olarra en los catálogos de diversos clubes de vinos y nos explicó el procedimiento de selección que se realiza habitualmente.

Se trata en realidad de una elaboración casi por encargo. El club solicita a la bodega la elaboración de un vino con unas determinadas características, las más demandadas por sus socios, y la bodega elabora varias muestras distintas. Varios coupages, monovarietales o multivarietales, distintos periodos de paso por barrica, diferentes grados de tostado de las barricas, etc. Más adelante el club en cuestión hace sus pruebas de cata y elige el vino "ganador", el cual pasa a ser embotellado en exclusividad para sus socios. Los miembros de los clubes de vinos suelen (solemos) ser consumidores avezados, de manera que las etiquetas suelen ser sobrias y poco dadas a la ostentación. Tampoco suelen incorporar notas de cata, ni periodos de crianza, ni maridajes recomendados, datos todos ellos que el consumidor medio acostumbra a demandar en una etiqueta.

Cúpulas de la nave de barricas de Bodegas Olarra. Vista desde la sala de catas.

En esta ocasión hablaremos de uno de estos "vinos de club". Se trata del Era Costana Reserva 2009 de Bodegas Olarra, al cual accedimos al darnos de alta en otro club de vinos. La presentación del Era Costana 2009 es bastante austera, en botella bordelesa color verde oscuro, con cápsula dorada y corcho natural de buena calidad. Etiqueta tipo pergamino de tamaño medio con escasa información, apenas el nombre del vino, la denominación de origen y la añada. Contraetiqueta igualmente escueta. No importa. Lo verdaderamente importante está en el interior.


Era Costana Reserva 2009

Detalle de la etiqueta

En fase visual presenta un precioso color rojo picota de capa media-alta con menisco teja que atestigua su paso por barrica de roble, característica constante de los tintos de Olarra. Nariz de fruta roja y negra en compota, torrefactos, café y especias. Algo ácido de inicio, se disipa rápidamente en la copa. Fase gustativa con taninos muy integrados. Redondo y amalgamado,  muy equilibrado en boca. Postgusto sabroso, con final medio-largo muy agradable.

Nos quiere recordar, algo lógico por otra parte, a otros reservas de esta bodega catados con anterioridad, por ejemplo al Vía Láctea Reserva 2008pero nos recuerda en particular al Sagasta Reserva 2008 incluso en su presentación exterior. Sabemos de la existencia de otro "vino de club" elaborado por Bodegas Olarra, se trata del Bene Placitum Reserva el cual no hemos tenido oportunidad de probar todavía, ni en la prácticamente agotada añada del 2008 ni en la más reciente del 2009, pero que a todas luces será de nuestro agrado, teniendo en cuenta el buen hacer de esta bodega riojana.

Olarra nunca nos decepciona.


Visita a Bodegas Olarra. Diciembre 2013