domingo, 24 de mayo de 2015

> Blancos peculiares de Aragón











Tradicionalmente en Aragón los vinos blancos se elaboraban con Garnacha Blanca, variedad prácticamente omnipresente en cada viñedo familiar. En la década de los 70, tal vez por emular a la vecina y exitosa denominación de origen de La Rioja, se comenzaron a elaborar blancos con Viura (denominada Macabeo en tierras aragonesas). La creación de la DO. Somontano en los años 80 y la adopción por parte de la misma de variedades blancas de una clara vocación internacional, nos permitió conocer y aceptar como propios, blancos elaborados con Chardonnay, Gewürztraminer o Riesling. El éxito comercial de estos últimos, "invitó" a muchos productores a abandonar las castas más tradicionales, algo menos dóciles a la hora de trabajar con ellas y en aquel entonces considerablemente menos sencillas de vender. Tan sólo algunos románticos, tozudos y firmes viticultores aragoneses, mantuvieron sus viñas de Garnacha Blanca, Alcañón o Robal. En la actualidad, estos proyectos empresariales, la mayoría de ellos traducidos en pequeñas bodegas casi artesanales, se han convertido en verdaderas joyas enológicas.


Michael Cooper presentando a Balbino Lacosta



La original y arriesgada propuesta de cata de Tomevinos el pasado jueves consistió precisamente en el descubrimiento de vinos blancos elaborados en Aragón pero lo suficientemente alejados de los cánones más comerciales como para tener una personalidad propia. Para ello disfrutamos de la presencia y la oratoria de Balbino Lacosta, todo un maestro en la materia, enólogo, divulgador y excelente conversador. Durante más de dos horas de cata nos condujo por la geografía aragonesa en busca de los vinos blancos más sorprendentes. 

Comenzamos con un vino muy aragonés, con un carácter honesto y directo, sin dobleces. El Baltasar Gracián Blanco de Bodegas San Alejandro (DO. Calatayud) elaborado íntegramente con Macabeo recordó en nariz a flores blancas y amarillas, ciruelas, retama e hinojo. Ataque seco en boca, escasamente dulce y moderadamente ácido. Final suavemente amargo, imposible de confundir con un Verdejo, tan actual y tan de moda. Bien equilibrado y refrescante, con un puntito salino. Un vino algo tecnológico y bastante comercial. Correcto punto de partida para esta cata.

Continuamos con el Mi Blanco de Bodegas Villa d´Orta (DO. Somontano), joven y pequeño proyecto empresarial en Huerta de Vero. Mayoritariamente Chardonnay, incorpora un 15% de uva Macabeo. La nota diferencial radica en la fermentación en barrica, técnica que permite obtener vinos blancos menos ácidos y con más cuerpo. Muy perfumado en fase nasal, predominan las frutas (piña, cítricos, manzana, melocotón). En boca la entrada es ligera, muy envolvente y elegante, apenas ácido, bien estructurado, con un final de mantequilla y praliné. Muy interesante.


Blancos protagonistas de la cata


Con el siguiente vino nos trasladamos al sureste de la provincia de Teruel, concretamente a la comarca del Matarraña, donde se asienta la bodega autora del Lagar d´Amprius Gewürztraminer, monovarietal de dicha uva bien adaptada al somontano oscense y en incipiente proceso de introducción en tierras turolenses. La fase nasal requirió de una intensa labor de agitación en copa para oxigenar un vino con esos aromas reductivos, terpénicos y de hidrocarburo tan habituales en los Gewürztraminer de corte alsaciano. Una vez abierto, salieron los cítricos, las frutas tropicales, las rosas y la miel de acacia. También sus notas más especiadas (pimienta blanca, nuez moscada, clavo?). En boca se mostró untuoso y graso, con una acidez que acompaña sin molestar, muy diferente a otros Gewürztraminer, por ejemplo el de Viñas de Vero, con acidez más marcada y más próximos al estilo alemán.



Pizarra Blanca. Bodegas Vinae Mureri


Regresamos a tierras zaragozanas para catar el vino más sorprendente de la noche. El Pizarra Blanca de Bodegas Vinae Mureri (VT. Ribera del Jiloca) se elabora con tres variedades autóctonas. La mayoritaria es la Garnacha Blanca, pero en el coupage entran también la Macabeo y la Robal. Esta última es una casta prácticamente en peligro de extinción: no existen viñedos de ella, tan sólo algunas vides aisladas siempre en vecindad de otras vides tintas. En las empinadas laderas de Murero donde se asientan los viñedos de Vinae Mureri, se conservan algunas vides desperdigadas de Robal, las cuales vendimiadas a mano y transportadas cuidadosamente en cajas se utilizan en la elaboración de este vino tan peculiar del que tan sólo se producen 9000 botellas. En nariz es muy expresivo: albaricoques, manzanas asadas, hoja de tilo, cítricos, miel, almíbar... En boca resulta muy mineral, recuerda a la pizarra, la arcilla y la tiza. Ideal para acompañar platos agridulces. Un vino muy curioso e interesante. Con personalidad. 

Muy original también nos resultó el Ruberte Moscatel Seco, vino casi experimental de producción más que limitada a 3000 botellas elaborado por Bodegas Ruberte (DO. Borja). Muy llamativo en nariz como todos los Moscateles (almíbar, miel, higos, pasas, mosto), transita suavemente en boca hacia un inesperado final seco, nada habitual en vinos elaborados con esta conocida uva blanca tradicionalmente dulce. Tal vez carente de algo de cuerpo, tiende a decaer a mitad de su paso por boca. Algo le falta, pero promete. Se sugirió un maridaje con sushi o tempura de verduras.


Concluimos este recorrido por los blancos aragoneses más desconocidos con uno que no lo es tanto. El Baltasar Gracián Blanco de Hielo es un éxito de ventas cada año. Monovarietal de Macabeo de vendimia tardía, aproximadamente en Noviembre, se elabora con las uvas procedentes de los viñedos más elevados de la bodega, situados entre 700 y 1000 metros de altitud. Atractiva botella bordelesa de color azul y moderna etiqueta. Predominio de los aromas a frutas tropicales, sobre todo plátano. Extremadamente agradable de beber, es casi un refresco. Precedido por su fama, quizás esperábamos más de él.


Balbino Lacosta, concluyendo la cata


Como colofón a esta entretenida cata, probablemente la más original a la que hemos asistido, Balbino Lacosta nos propuso a modo de juego, la realización de unos test mediante preguntas y respuestas. El primero de ellos versó acerca de hechos históricos relacionados con el mundo del vino, desde el Antiguo Testamento hasta el siglo XVII, pasando por el descubrimiento de América y la época de los conquistadores. Todo muy curioso. El segundo test resultó aún más original, acerca de diversas palabras autóctonas aragonesas vinculadas al vino y su consumo. Pudimos averiguar el significado de vocablos tales como "corito", "garapitero", "colodra" o "cantarada". Instructivo y sorprendente. Balbino Lacosta en estado puro.

Larga se nos va a hacer la espera hasta la próxima cata de Balbino Lacosta a la que podamos asistir. 

Gracias, maestro...







martes, 19 de mayo de 2015

> Cata de Bodegas Altanza (DOc. Rioja) en Tomevinos



Logotipo de Bodegas Altanza



Bodegas Altanza (Fuenmayor) iniciaron su andadura en el año 1998, hace prácticamente nada si se compara con otras bodegas más que centenarias de la DOc. Rioja. Nacieron con vocación y personalidad, y con la clara intención de elaborar riojas de corte moderno pero sin perder un ápice de la tradición, como bien demuestran en el cuidado de la tierra y en las variedades de uva utilizadas. Cuentan con una finca de 300 hectáreas de superficie en una sola parcela, algo poco habitual en un territorio en el que abundan los viñedos fragmentados, donde cultivan exclusivamente la variedad Tempranillo a excepción de 3,5 hectáreas de Sauvignon Blanc, viña experimental plantada en cooperación con la Universidad de Navarra a finales de los 90, más por capricho que por otra cosa. Sin embargo el tiempo les ha deparado una grata sorpresa. 




En la actualidad el consumo de vinos blancos, otrora denostados, está disfrutando de un despegue considerable. La inmensa mayoría de los comercializados a nivel nacional lo hacen bajo la denominación vallisoletana de Rueda, lo cual deriva en una enorme competencia entre el resto de denominaciones por esa pequeña porción restante de cuota de mercado. Como demostración de lo emergente de la demanda de vinos blancos, sirva como indicador que en la pasada vendimia, por primera vez en Rioja, el kilo de Viura se ha pagado más caro que el de Tempranillo. Algo impensable hace años, en aquellos tiempos en que los agricultores se vieron casi obligados a arrancar sus viñedos de uva blanca por su escaso valor y rentabilidad casi nula. Pues bien, en 2007 el Consejo Regulador autorizó nuevas variedades de uva blanca (Chardonnay, Verdejo y Sauvignon Blanc) y el destino quiso que la única bodega propietaria de viñedo en producción operativa de Sauvignon Blanc fuera el de Bodegas Altanza.


Vinos protagonistas de la cata

Esta casta francesa es una uva complicada. La fase de maduración con la que se vendimia tiene una importancia capital: en verde confiere aromas vegetales, a pepinos y espárragos, sobremadurada se asemeja a la orina de gato, lo cual tampoco resulta muy agradable. En Bodegas Altanza vendimian su Sauvignon Blanc a finales de septiembre, en el momento óptimo de maduración, y con ella elaboran "su niña bonita", como les gusta llamarlo, el Lealtanza Blanco. Ensamblaje 51% Viura y 49% Sauvignon Blanc (el consejo regulador obliga a que las variedades autóctonas sean mayoritarias) del cual se elaboran 38000 botellas anuales. La primera añada que salió al mercado fue la 2009. Color amarillo pajizo con tenue ribete verdoso. Muy aromático y perfumado. Cítricos, frutas tropicales y manzana verde en fase nasal. Recuerdos de bollería y panadería. En boca resulta muy agradable, con la acidez justa y un postgusto salino procedente de los suelos calizos sobre los que se asienta el viñedo. Untuoso, redondo y graso. Interesante.


Edulis Crianza. Imagen promocional


El punto de partida original de Bodegas Altanza fue la elaboración de reservas. No obstante, tal y como les ha sucedido a la inmensa de bodegas riojanas, "cayeron en la tentación" de elaborar un crianza. La primera añada del Edulis fue la de 2007, elaborado íntegramente con Tempranillo, crianza de 12 meses en barrica de roble francés y posterior ensamblaje en tinos de roble durante 4 meses más. En la actualidad se elaboran nada menos que 600000 botellas al año, y representa la columna vertebral de las ventas de la bodega. Tuvimos ocasión de catar alguna de las últimas botellas disponibles del Edulis Crianza 2011, añada prácticamente agotada. Su nombre obedece al significado de dicho vocablo en latín (edulis quiere decir "sabroso") y dicha designación no puede ser más acertada. Visualmente es de un rojo picota con capa media-alta y ribete granate. Abundante lágrima pigmentada de rápida caída. En fase nasal se muestra intenso, algo alcohólico, dando continuidaad a aromas de ciruela pasa, ahumados, tostados y a un inconfundible recuerdo a regaliz negro. En boca se revela con astringencia media-alta, acidez de grado medio muy agradable propia de la Tempranillo y un final especiado de duración media.

El Lealtanza Reserva 2008 fue el tercer vino catado de la noche. Subimos a otro nivel. 100% Tempranillo, madura durante 18 meses en barricas de segundo y tercer año, con posterior reposo y redondeo en tinos de roble durante 6 meses más. Cereza de capa media con ribete rubí. Abundante lágrima pigmentada de caída lenta. Fruta roja. Cacao y  lácticos. Pimienta, clavo, cuero. Muy redondo y "terminado", listo para ser consumido, característica propia de la bodega, poco defensora de los vinos de guarda prolongada. Licoroso, de largo postgusto, con altura, voluminoso. Un señor vino.




Concluimos esta excelente cata en Tomevinos con el vino más exclusivo de la bodega. El Club Lealtanza Reserva 2008, por supuesto también monovarietal de Tempranillo se elabora en una serie limitada a 48000 botellas numeradas. Calificado con más de 90 puntos Parker y Peñín, compite y se codea sin pudor en catas ciegas con vinos que duplican y triplican su precio. Su principal característica técnica, la que le da ese valor especial, es la realización de la fermentación maloláctica en barrica. Tras ella reposa durante 18 meses en barricas nuevas. En la copa se muestra de color rojo cereza de capa alta con ribete rubí. Abundante lágrima densa, no pigmentada. En nariz predomina la fruta roja y negra, bien acompañada de tostados y toffe. Grafito, pedernal, un poco mineral en boca. Larguísimo. Muy elegante.

Bodegas Altanza, elegancia riojana...


Preciosa imagen invernal del exterior de Bodegas Altanza

jueves, 7 de mayo de 2015

> Tauromaquia




En los campos de Zamora se crían desde hace siglos, unos nobles seres tan bonitos como bravos. Su presencia es imponente: oscuros y recios, pero dignos y bellos como bien cabe esperar de tierras tan exigentes y climatología tan extrema. No resulta sencilla su doma ni es fácil sacarles una buena faena, y aún menos sin el pertrecho de la contundente gastronomía de la región, acostumbrada a la cuchara bien cargada y a los manjares algo grasos, imprescindibles ambas cosas en los duros inviernos zamoranos.


Cyan Roble 2012 preparado para la lidia


Detalle de la etiqueta



De la prestigiosa ganadería de Matarromera, en su expansión desde la casi vecina Ribera del Duero, nos enfrentamos con todo el respeto a un ejemplar joven de poco más de dos años de edad con una breve estancia en toriles de roble durante 6 meses. Monovarietal de Tinta de Toro, nacido en 2012 y de nombre Cyan Roble irrumpió desafiante al albero de la mesa de cata en una tarde soleada con algo de viento. Visualmente nos cautivó su moderna imagen, con etiqueta muy original, oscura botella bordelesa estilizada y corcho natural, todo ello de excelente calidad. Lo recibimos en los medios sin más defensa que nuestra copa, ausente cualquier acompañamiento gastronómico, "a puerta gayola" podría decirse. Salió de chiqueros con la fuerza que confiere la naturaleza: cereza de capa algo más que media-alta con ribete granate y escasa lágrima no pigmentada de rápida caída. Colosal y con trapío. Prometedor. 



Contraetiqueta


Una larga serie de capotazos, un par de medias verónicas seguidas por unas vistosas chicuelinas en fase nasal, arrancaron del respetable aplausos en forma de frutos rojos maduros y aromas lácticos y horneados, como de mantecado. Con la muleta se comportó bien en naturales y pases de pecho, sacando su carácter en forma de suaves tostados y mentolados, genuinos testigos de su estancia en roble. Tras la suerte de banderillas, en esta ocasión al recorte que siguió a la agitación en la copa, los aromas de fruta y crianza se fundieron como en un pasodoble

Llegado el momento de la suerte suprema, ligeramente acostados cerca de las tablas, arriesgamos entrando a matar al volapié. Quizás nos faltó algo más de decisión y podríamos haberlo intentando recibiendo, porque al morlaco fuerza no le faltaba. De entrada la media estocada parecía buena en fase gustativa: sabroso, fresco, pujante y con volumen. Sin embargo no fue suficiente todo nuestro arrojo. En boca se pudo apreciar un abrupto sobresalto de astringencia difícilmente atribuible en exclusiva a la crianza. Probablemente nos precipitamos con el estoque y el ejemplar requería de unas largas cambiadas en botella. Postgusto corto aunque suficiente. 

Una difícil faena donde no resultó sencillo encontrar el lucimiento, pero que sin embargo, fue premiada por el más que entendido público asistente con ovación y vuelta al ruedo, sin duda reconociendo el buen hacer del matador ante un ejemplar, este Cyan Roble 2012, algo bronco y de complicada lidia.






NOTA: Rogamos nos disculpen los más puristas del toreo por el empleo en la presente entrada de ciertos términos taurinos, tal vez de forma poco ortodoxa o incluso inadecuada.