miércoles, 23 de mayo de 2018

> Un paseo por Cretas con Enrique Monreal, el mago de Mas de Torubio




En esta titubeante y fresca primavera que no termina de asentarse en lo climatológico, a contracorriente de ese calentamiento global apocalíptico con el que tanto nos amenazan a diario los medios de comunicación, una mañana de sábado nos regaló un ramillete de pequeños placeres, tampoco especialmente costosos, porque su valor  no es monetario sino emocional.

Viña y olivos, cultivos mediterráneos

Desde que se supera Alcañiz, el paisaje del Bajo Aragón deja de ser llano. Las colinas y barrancos se suceden, la vegetación gana en riqueza y diversidad, alternándose los bosques de ribera y los pinares con los cultivos más mediterráneos. Plantaciones de almendros y olivos, casi todos de la variedad Empeltre, el oro líquido del Bajo Aragón según el criterio de algunos reputados críticos gastronómicos, son los cultivos dominantes. La carretera que une Calaceite con Cretas es agradablemente sinuosa, muy cómoda de transitar en un delicado sube y baja, especialmente en días con escaso tráfico, lo cual es bastante habitual en este rincón de la provincia de Teruel. El viñedo apenas es visible en sus primeros kilómetros, pero de repente, como si una línea invisible se hubiera cruzado, empiezan a observarse las primeras viñas. 


Viñedo. Al fondo, la masía familiar de Mas de Torubio

La finca de la que proceden las uvas con las que se elaboran los vinos de Mas de Torubio se extiende por una vaguada de aproximadamente 25 hectáreas a casi 600 metros de altitud sobre el nivel del mar. En una entrada anterior ya dimos cumplida información acerca de esta pequeña bodega que se esfuerza en elaborar, cada día con mejores resultados, cinco maravillas enológicas en la comarca del Matarraña.


Con Enrique Monreal, inmejorable anfitrión

El pozo de Mas de Torubio en el centro del viñedo. Al fondo, Els Ports

Aparcamos el vehículo en un camino lateral y nos encontramos con quien iba a ser nuestro anfitrión para el resto de la jornada. Enrique Monreal, director técnico de Mas de Torubio, nos recibió a pie de viñedo. Amable y sonriente como siempre, nos invitó a dar un breve paseo hasta la vieja masía familiar que algún día servirá de nave de crianza. Actualmente en vías de rehabilitación, su ubicación domina las plantaciones de viñedo y olivos. Desde allí se tienen las mejores vistas del viñedo, presidido por un pozo central rodeado de lirios, margaritas y amapolas, verdadero icono de la bodega. En los laterales del camino de acceso a la masía, todas las plantas aromáticas imaginables aportan sus compuestos químicos al aire, al ambiente, a la pruina de las uvas y a cada botella de vino. A lo lejos, visible en dirección sureste, la sierra de Els Ports, única barrera orográfica que separa el Matarraña del cercano mar Mediterráneo, a menos de 50 kilómetros en línea recta. 

Julio, gran fotógrafo, junto a Enrique Monreal

 Garnacha Peluda (izquierda) y Garnacha Tinta (derecha)

Defensores convencidos de las variedades autóctonas, la parcela más grande es un crisol de Garnacha Tinta y Garnacha Peluda. Esta segunda se trata de un clon diferente que desde el punto de vista ampelográfico puede diferenciarse por presentar unos pequeños pelos en el envés de sus hojas. Como es lógico, también los vinos elaborados con ella son diferentes, más sutiles y florales, menos estructurados pero más fragantes y perfumados. Las reglamentaciones de la IGP Bajo Aragón no la reconocen como una variedad autorizada, así que en las etiquetas de Mas de Torubio figura como "garnacha indígena". En cuanto a otras castas tintas, el viñedo se completa con Cabernet Sauvignon, Merlot y Tempranillo, uvas que casi siempre acompañadas de Garnacha se utilizan para elaborar vinos con crianza. Los cepajes blancos cultivados son la autóctona Garnacha Blanca, en ocasiones un poco austera desde el punto de vista aromático, y la foránea Sauvignon Blanc, idónea para ensamblar con la anterior por su expresividad en nariz. 


Viñedo en espaldera

Todo el viñedo está plantado en espaldera para optimizar las labores de poda, aclareo y vendimia. Los suelos son arcillosos y la altitud media es de 580 metros. Un ingenioso sistema de alambres móviles permite mantener erguidos los pámpanos según van desarrollándose, evitando así un trabajo añadido como es el despuntado. De esta manera, la densidad foliar no interfiere en la correcta maduración de las bayas, y si es necesario para protegerlas, siempre se pueden bajar los alambres a modo de sombrilla o paraguas natural. Curioso mecanismo, totalmente novedoso para nosotros. 


Inscripción en la Iglesia de la Asunción (Cretas)

El centro histórico de Cretas es un dédalo de calles empedradas en el interior de un recinto amurallado, en excelente estado de conservación en algunos de sus tramos. Varios arcos atraviesan la muralla, aunque uno de ellos se abolió para permitir la construcción de la Iglesia de la Asunción o de San Juan Bautista, en cuya portada es posible leer una curiosa inscripción que da información al visitante acerca de quien se cree fue el arquitecto de la misma, Sebastián Deixado, así como el año en que se terminaron las obras. El nombre abreviado del maestro constructor, inspira las etiquetas de dos de los vinos elaborados por Mas de Torubio. Un guiño a la tradición y al pasado.



Interior de la bodega Mas de Torubio

En una estrecha calle que desemboca en la Calle Mayor, muy cerca de la Plaza de España, se ubican las instalaciones donde Enrique Monreal elabora sus vinos. La planta baja de la antigua casa familiar digamos que es la sala de elaboración. En realidad esos 150 metros cuadrados son también la sala de crianza, la recepción y prácticamente todo lo imaginable. Tres trujales subterráneos son el pulmón semioculto de la bodega. Parece increíble que en ese exiguo espacio se puedan elaborar cinco vinos diferentes, con las dificultades que comporta vinificar por separado cada variedad, realizar los trasiegos, los prensados, los desfangados... y todo ello con el máximo cuidado para obtener un producto de excelente calidad. 





En un artículo anterior detallamos las notas de cata del Xado Tinto, Cloteta, ClotaXado Blanco - por cierto, único vino blanco aragonés galardonado con medalla de oro en la edición de este año del Concurso Garnachas del Mundo - así que no las repetiremos en esta ocasión. Únicamente haremos mención a otro vino blanco que también elabora Enrique Monreal en una bodega perteneciente a la vecina DO. Terra Alta y que recibe el nombre de Prohom. Guarda ciertas similitudes con el Xado Blanco: ambos mayoritariamente elaborados con Garnacha blanca, completan su coupage con variedades aromáticas francesas, Viognier en el caso del Prohom y Sauvignon Blanc en el caso del Xado. El resultado es excelente: la Garnacha aporta estructura a ambos vinos y las uvas francesas les dotan de un gran atractivo en fase nasal, más frescor y tendencia a lo herbáceo la Sauvignon Blanc, más cálido y frutal la Viognier. Cremosos, grasos y untuosos ambos. Un mismo autor, un mismo estilo, dos vinos diferentes.







El único vino del catálogo de la bodega que nos quedaba por catar era el Torubio 2017, ensamblaje de Garnacha y Merlot, es por su nombre el que mejor representa el carácter familiar de la bodega. El sencillo diseño de su etiqueta, casi infantil, recorta la silueta de un viñador entre las cepas. Clara, nítida y directa. El hombre, la tierra y sus frutos. En la copa es visualmente de un color rojo cereza de capa media con menisco violáceo. Fase olfativa rica en frutas rojas con el atisbo de arándanos y alguna grosella negra. Gratamente balsámico, resulta muy sabroso en boca, con la viveza propia de un vino sin crianza. Taninos dulces y maduros, muy buena estructura y volumen. Aunque algo corto en el postgusto, resulta ser uno de los más claros ejemplos de lo que es un magnífico vino joven, versátil y fácil de tomar. Un vino honesto, sin trampa ni cartón. Que nadie se atreva a poner en duda que es posible embotellar el paisaje del Matarraña.

Como hace siglos lo intentaron los alquimistas, a  mitad de camino entre la magia y la ciencia, esa ilusión de condensar la esencia de una tierra y de sus gentes, la consigue todos los años Enrique Monreal en los vinos de Mas de Torubio.






miércoles, 16 de mayo de 2018

> Visita a Bodega Venta d´Aubert: el Burdeos del Matarraña





Muy poca gente sabe que en la comarca turolense del Matarraña se elaboran vinos de gran calidad.

Y no debería sorprender tal desconocimiento, porque si Aragón representa un minúsculo porcentaje dentro del panorama enológico español, Teruel es sin duda la provincia más denostada de las tres. Carente de denominaciones de origen que la pongan en el mapa vitivinícola nacional, cuenta tan sólo con una Indicación Geográfica Protegida (IGP Bajo Aragón) que anteriormente era conocida como "vinos de la tierra", de unas dimensiones geográficas tan extensas que en nada favorecen la descripción de la tipicidad de los vinos, más bien al contrario, ya que existen diferencias capitales en suelos, climas y variedades de uva cultivadas. Así que cuando nos surgió la posibilidad de visitar Venta D´Aubert en Cretas (Teruel) no lo dudamos ni un instante, todo gracias a la generosa intermediación de Enrique Monreal de Bodega Mas de Torubio.




Tomando notas junto a las rehabilitadas edificaciones de la Venta d´Aubert

La historia de esta bodega es cuando menos curiosa. Hasta finales del siglo XIX, esta venta a mitad de camino entre Valderrobres y Arnes, camino natural desde el Bajo Aragón hacia el mar Mediterráneo, hizo las veces de las actuales áreas de servicio. Allí se detenían los carros y las diligencias para que descansaran las caballerías y dichas paradas eran aprovechadas por viajeros y transportistas para estirar las piernas, dar descanso a sus espaldas, tomar un bocado y beber una jarra de vino. Para surtir a sus clientes, la Venta d´Aubert contaba con una finca de 80 hectáreas donde se cultivaba todo lo necesario, amén de varios corrales y granjas aledañas donde se criaban los animales. La progresiva implantación de los vehículos a motor, así como la despoblación de esta zona campesina y rural en beneficio de las ciudades en pleno desarrollo industrial, condenó irremediablemente a este tipo de negocios que poco a poco dejaron de tener sentido. La venta fue abandonada, sus construcciones de piedra sufrieron las inclemencias del tiempo y sus fértiles terrenos de cultivo fueron invadidos por la maleza.



Parcela de Viognier junto al cauce de uno de los afluentes del río Algars

Así permaneció, perdida y olvidada, hasta la década de los 80. En el año 1986, un matrimonio suizo, probablemente de vacaciones por la zona, se animó a adquirir la propiedad. No debió de ser desdeñable la cantidad de dinero que tuvieron que aportar para sufragar los arreglos necesarios en construcciones y terrenos después de varias décadas de total abandono, pero sin duda mereció la pena. De los cultivos de la antigua venta, sólo consiguió sobrevivir una viña de garnacha blanca plantada en vaso que todavía se conserva, de hecho es el único viñedo  de las 19 hectáreas cultivadas que no está en espaldera en la actualidad. Para los nuevos propietarios, resucitar la antigua venta supuso la consecución de un sueño. La nueva bodega se construyó en 1995 y fue ampliada de nuevo en 2001 hasta su actual capacidad que se cuantifica en 120000 litros de vino. Sus instalaciones son prácticamente autosuficientes en energía eléctrica y en consumo de agua. Sostenibilidad centroeuropea en tierras turolenses.



Impecable el viñedo que rodea a la bodega

Desde el primer momento, la dirección de la empresa tuvo claro cuál iba a ser la vocación de los vinos de Venta d´Aubert. Tomando como referencia la zona francesa de Burdeos, optaron por la elaboración de vinos con largos periodos de crianza en barrica, hasta cinco añadas diferentes comparten las semienterradas instalaciones de la bodega, repartidas en depósitos de inoxidable, barricas de roble francés y botellero. También las variedades de uva tinta elegidas recuerdan a las orillas del estuario de La Gironde: Cabernet Sauvignon, Merlot y Cabernet Franc se complementan con Syrah, Garnacha Tinta y Monastrell, estas dos últimas genuinas representantes de la viticultura más mediterránea. Las variedades blancas elegidas fueron la venerable y autóctona Garnacha Blanca, así como dos cepajes franceses, uno de Borgoña (Chardonnay) y otro del Ródano (Viognier).


Joyas del siglo pasado

Con Toño (Venta d´Aubert) y Enrique (Mas de Torubio)

La ampliación de la bodega en el año 2001 supuso un punto de inflexión para Venta d ´Aubert y permitió posicionar sus vinos en lo más alto, avalados por las puntuaciones conseguidas y por su inclusión en las cartas de algunos de los restaurantes de mayor prestigio de Europa. En todo ello tuvo mucho que ver la dirección técnica del enólogo alemán Stefan Dorst, quien fue capaz de comprender a la perfección el viñedo y su entorno. Responsable de la elaboración de vinos en Sudáfrica, Francia y Alemania, viaja con frecuencia hasta el Matarraña para perfilar el trabajo que, con el transcurrir del tiempo, llevará a la excelencia a los vinos de Venta d´Aubert. Para conseguirlo, cuenta con la imprescindible colaboración de Toño Sorolla, responsable de campo y bodega, así como de Mª José Mayoral, responsable de administración. Ambos son el latido diario de la bodega, el pulso de la misma, sin ellos la bodega dejaría de respirar, aún a pesar de que el enólogo e incluso el propietario intentaran una reanimación de urgencia.


Tinos de roble francés. Al fondo, depósito de inoxidable

Roble francés

En la actualidad la bodega trabaja en ecológico y parcialmente en biodinámico. Sin empleo de fertilizantes de síntesis ni biocidas, se efectúan tratamientos con preparados naturales, en palabras de Toño "funcionan muy bien y no dan problemas". La vendimia se realiza manualmente en cajas, incluso varias vendimias en cada parcela para garantizar la sanidad y madurez de las bayas, con un rendimiento medio de 3500 kilogramos por hectárea. Fermentación con levaduras autóctonas, mayoritariamente en depósitos de acero inoxidable con temperatura controlada, aunque algunas uvas privilegiadas cuyo destino es convertirse en vinos top realizan la fermentación en tinos de roble francés de 7000 litros. Máxima limpieza y sulfitado mínimo son las líneas maestras durante la elaboración. El parque de barricas cuenta con unas 600 unidades bordelesas de roble francés y el mercado internacional absorbe el 80% de la producción. Alemania, Japón y Suiza son sus principales destinos. Encontrar una botella en España es bastante poco habitual, de manera que poder disfrutar de varias de ellas, algunas de cierta edad, durante una cata no puede más que calificarse de privilegio absoluto. Pues bien, el destino quiso ponerse de nuestra parte. El destino y sobre todo la amabilidad de Toño, que no dudó en agasajarnos con siete vinos diferentes, incluyendo un blanco que flirteaba con la veintena de años y un tinto que la superaba por poco. Una oportunidad que se presenta una vez en la vida...


El Serrats, Viognier y Venta d´Aubert Blanco, añada actual y 1999


VENTA D´AUBERT BLANCO
Elegante coupage de Garnacha Blanca, Viognier y Chardonnay con posterior crianza sobre sus lías en barrica nueva de roble francés durante un mínimo de 6 meses. La añada actual muestra aromas de fruta de pepita (manzana y pera), fresco y sabroso en boca, con suficiente volumen y estructura. Una botella de este mismo vino de la añada 1999, una maravilla, una rareza, una barbaridad... se descorchó para nosotros y se mostró de un precioso amarillo dorado de capa alta. Sugerente nariz con presencia de aromas terpénicos del tipo fósforos e hidrocarburos. Mieles y cera de abejas. Caramelo de café con leche. Sorprendente por su frescura en boca, menos pesado de lo que invitaría a pensar su fase olfativa. Recuerda a vinos de la Borgoña más meridional, de las zonas de Côte Chalonnais o Mâcconais, cuyas notas de cata pueden consultarse en un artículo anterior.


Lías finas, responsables de la cremosidad en blancos con crianza

EL SERRATS
100% Chardonnay. Su peculiar elaboración es la clara demostración de que los vinos son seres vivos. Tras una larga permanencia en barrica, la transformación maloláctica se retrasó varios meses hasta la primavera siguiente y se desencadenó  tras un batonnage. Dulce de membrillo y manzanas asadas en nariz. Cremoso, graso y voluminoso en boca. Muy curioso y probablemente, irrepetible...

VENTA D´AUBERT VIOGNIER
100% Viognier. Sin crianza en roble. Amarillo pajizo con reflejos verdosos. Bienvenida de aromas tropicales en nariz (piña madura). Elegante y ligero en boca. Sabroso y jugoso. Para todos los públicos...


Dionus 1997, Cabernet Sauvignon 2012 y Dionus añada actual

DIONUS
Ensamblaje múltiple, dominado por la Cabernet Sauvignon y completado con Garnacha, Merlot y Syrah. Crianza en roble francés nuevo durante una media de 30 meses antes del coupage final. La añada actualmente a la venta es todavía un bebé, con mucho futuro y un gran recorrido en botella. Muy buenos cimientos, pero podría decirse que descorchar una de esas botellas es precipitarse innecesariamente. Por el contrario, su antepasado del año 1997, bautizado cariñosamente por nosotros como "El Abuelo", venerable anciano pleno de sabiduría y madurez, se mostró en copa como la quintaesencia de los vinos de guarda. Granate de capa media con ribete teja. Humo de brasas, hojarasca, trufa negra recién desenterrada y materia orgánica de bosque húmedo. Apenas astringente en boca, conserva suficiente acidez. Higos y ciruelas pasas. Tabaco y clavo de olor. Largo y evocador postgusto. Un Burdeos del Matarraña. Para llorar de satisfacción...

CABERNET SAUVIGNON 2012
Algunos años, la bodega decide elaborar un tinto monovarietal. No hay reglas fijas, el criterio del enólogo y sus sensaciones al catar los vinos base le animan a su elaboración y posterior embotellado. En 2001 y 2006 fue un Syrah, en 2002 y 2007 un Merlot, en 2004 y 2012 un Cabernet Sauvignon. Este último es el que tuvimos ocasión de catar. La fase olfativa expresó esos aromas vegetativos a pimiento rojo asado tan varietales. Frutas negras, especias de cocina y balsámicos. Quizás algo falto de redondeo en botella, en boca se mostró todavía un poco agreste, con esos taninos tan marcados de la Cabernet Sauvignon pendientes de pulirse. Con mucho recorrido. El arte de la paciencia... 


Dionus 1997 y Venta d´Aubert Blanco 1999

Como sucede siempre que nos encontramos a gusto, se nos hizo de noche catando estos increíbles "Burdeos del Matarraña". Nos despedimos de nuestros anfitriones, agradeciendo sus atenciones durante todo el día, y emprendimos el camino de regreso con la absoluta certeza de que la visita a Venta d´Aubert tenía los mimbres suficientes para que viera la luz un buen artículo.

Y como por arte de magia, la luz se hizo...




NOTA: La mayoría de las imágenes fueron tomadas por un buen amigo y colaborador habitual. Desde luego se nota cuando se invierte dinero en una buena cámara...

miércoles, 9 de mayo de 2018

> Jornada-piloto de enoturismo para Vignerons de Huesca (y II)




A modo de prueba, se nos ocurrió organizar con varios amigos una de estas jornadas, quién sabe si la primera de muchas de un futuro Enoturismo Vigneron. Por motivos personales y por las facilidades que nos dieron, elegimos las Bodegas Edra (Ayerbe) como primer destino a visitar y el Aparthotel-Restaurante Alén D´Aragón (Santa Eulalia de Gállego) para celebrar la comida. La ubicación geográfica de ambos, distantes apenas un cuarto de hora en coche, nos permitió no tener que madrugar en exceso.


Exteriores de Alén D´Aragón

A diferencia del resto de amigos que acudieron directamente desde Zaragoza, nosotros decidimos pernoctar la noche anterior en uno de los preciosos apartamentos con que cuenta Alén D´Aragón y aprovechamos también para disfrutar de una tranquila cena en su comedor, cálido y acogedor especialmente de noche. Este aparthotel es en realidad como un pequeño pueblo al que se accede por un camino que discurre entre olivos, perfectamente indicado un poco antes de llegar a Santa Eulalia de Gállego. Ocho pequeñas casas, todas con nombre de mujer, de una deliciosa construcción respetuosa con el entorno (piedra, forja, madera), rodeadas de flores y árboles, dan cobijo a otros tantos apartamentos, generosos en dimensiones, todos ellos perfectamente equipados, algunos con bañera de hidromasaje y con unas impagables vistas de los Mallos de Riglos. 


Impecable servicio del vino

La construcción central alberga la recepción y el restaurante. En la primera lleva los mandos Jota, responsable de las reservas y de la organización del hotel, la cocina en cambio es el territorio de Josep, amables y cercanos ambos. Siempre que las exigencias de la cocina se lo permiten, comparten entre los dos el servicio de las mesas, porque si hay algo en donde se ve disfrutar a Josep es en la explicación de los platos y en la descripción de la procedencia de sus ingredientes. Sentados a la mesa de Alén D´Aragón el tiempo se detiene, el reloj deja de tener importancia, y más cuando se escucha hablar a Josep del ajo negro, de la chirivía, del tostado del café y de piezas de carne cuyo nombre no habías oído jamás. Más que correcto resultó el menú: dos aperitivos, dos entrantes, plato principal y postre (los dos últimos a elegir). Impecable la presentación de los mismos, así como el servicio y la temperatura de los vinos. Elegimos para acompañar la cena un monovarietal de Chardonnay, por supuesto incluido en la selección de Vignerons. Por cierto, nos gustó la idea de que figuraran en una carta independiente del resto los vinos Vignerons, es un detalle que confiere calidad, genera además interés por parte del comensal y da pie para explicar el proyecto con un poco más de detalle.


Explicaciones de Alex Ascaso en Bodegas Edra

Sala de barricas de Edra: el santuario

A la mañana del día siguiente, acudimos a las doce del mediodía a nuestra cita con Alex Ascaso, responsable de Bodegas Edra para realizar la visita y la posterior cata de tres de sus vinos. Quizás de haberlo pensado con algo más de antelación, se podría haber adelantado la hora de inicio para incorporar alguna explicación, siempre interesante, a pie de viñedo. Al final fue un acierto no hacerlo, pues el día salió inestable y lluvioso. No entraremos en comentar los detalles de la visita, preferimos dejar que los enoturistas los descubran por sí mismos en el futuro, aunque quien tenga curiosidad puede leer nuestra visita de hace un par de años aquí. Tan sólo nombraremos de pasada los vinos que tuvimos ocasión de catar. Los blancos monovarietales de Viognier Blancoluz y Ontina, así como el tinto XtraSyrah podría decirse que son los vinos top de Bodegas Edra. Alex tuvo la amabilidad de descorchar para nosotros una de las escasas botellas que quedan de los dos primeros. Todo un detalle de calidad y exclusividad. Nuestro agradecimiento más sincero.


Grullas de Paso

Catando y charlando se hizo la hora del almuerzo, de manera que nos trasladamos de nuevo hasta Santa Eulalia de Gállego. Para quien no la conozca, esta carretera que une Ayerbe con las Altas Cinco Villas es una auténtica delicia, siempre que se disfrute conduciendo por zonas viradas. Cierto retraso acumulado durante la mañana nos impidió catar el vino tinto más comercial de Edra, no obstante tal circunstancia se vio rápidamente resuelta cuando uno de los presentes sacó del maletero de su coche unas copas y una botella de Grullas de Paso. Hombre prevenido, vale por dos... Para algunos ese momento en plena naturaleza del prepirineo, degustando un vino elaborado allí mismo fue como una sensación mística. De repente, todo adquirió sentido y se reveló el auténtico origen del concepto Vigneron.


Alén Esencia

El comedor de Alén D´Aragón resulta muy distinto durante el día. Con la luz del sol, sus grandes ventanales invitan a dejar vagar la mirada por el exterior, mientras que con la oscuridad de la noche se torna más íntimo y cercano. Son las dos versiones de una misma partitura. Josep nos esperaba con la mesa dispuesta y en deferencia hacia nosotros, confeccionó un menú con sutiles diferencias en cuanto al de la noche anterior, permitiéndonos así poder disfrutar de dos propuestas gastronómicas bien diferenciadas. Acompañamos el almuerzo con  Alén Esencia, un vino tinto con crianza elaborado por Edra, exclusivo para Alén D´Aragón y con un etiquetado personalizado. No revelaremos la variedad de uva protagonista ni su elaboración por petición expresa de Josep. Somos gente de palabra...


Foto de grupo. Comedor de Alén D´Aragón

Pusimos así punto y final a esta jornada entre amigos, algunos de los cuales ya comenzaron a planificar futuros encuentros incluso antes de levantarse de la mesa. Como tantas veces sucede, deberemos superar los niveles de satisfacción obtenidos, algo que con la calidad y amplitud de la oferta de Vignerons Independientes de Huesca, no resultará difícil de conseguir. 






domingo, 6 de mayo de 2018

> Jornada-piloto de enoturismo para Vignerons de Huesca ( I )





Con la llegada de la primavera y el buen tiempo, una vez transcurridos casi dos meses desde la presentación oficial  en Aínsa de Vignerons Independientes de Huescapodría decirse que comienza la hora de la verdad para este interesante proyecto que agrupa a siete pequeñas bodegas de la provincia oscense.


Parte del panel de cata el día de la presentación

Las evaluaciones del panel de cata, las puntuaciones de los vinos, la formación del personal de hostelería, la confección de las cartas de vinos con el sello Vigneron... hasta el último detalle está preparado para recibir a los enoaficionados que con seguridad se dejarán caer por todos los rincones de la geografía oscense. Cuando un cliente tome asiento en la mesa de uno de los restaurantes adheridos al proyecto, recibirá información acerca del mismo y si decide probar alguno de los vinos, con certeza sus expectativas se verán satisfechas y no sólo desde el punto de vista del deleite gastronómico. Bodegas, restaurantes y consumidores son los tres vértices principales del marco Vigneron, sin embargo cabe la posibilidad de añadir un cuarto protagonista: el enoturismo.


Cata sensorial en  Bodegas Edra (Ayerbe)

Estaremos de acuerdo en que el proyecto se cimienta... (nos resistimos a seguir empleando el término "proyecto", porque el sello Vignerons de Huesca es ya una realidad), decíamos que el proyecto se cimienta sobre el valioso eje de la calidad a todos los niveles. Los vinos han superado un  triple examen: en la bodega, en el panel de cata y finalmente en la selección efectuada por cada restaurante. Además el personal de hostelería ha recibido formación en materias como viticultura, enología y cata sensorial. Nos hallamos por tanto ante un producto bien diseñado y altamente cualificado, destinado a consumidores exigentes e interesados en adquirir conocimientos. Atrás quedaron las ferias del vino a las que la gente acudía atraída por los grandes volúmenes y escasos precios. El nuevo enoturismo demanda otras cosas, busca conocer proyectos pequeños, llenos de pasión por el vino pero capaces de transmitir emociones, persigue escuchar el relato humano y personal de un elaborador que hable de planes de vida y de entornos geográficos antes que de despalillados o remontados, anhela pisar la tierra del viñedo para poder entender a quien la trabaja, en resumidas cuentas, desea "sentir" cada copa de vino.


Responsables de las bodegas

Ninguna de las siete bodegas que integran Vignerones Independientes de Huesca dispone de lo que podría denominarse departamento de enoturismo. En general, todas ellas están abiertas a recibir visitantes y quien suele acompañar a los enoturistas es el propietario de la bodega. Como quiera que el vigneron es una suerte de personaje polivalente (viticultor, enólogo, comercial, distribuidor, empresario y varias cosas más), habitualmente el asunto del enoturismo queda, y es algo perfectamente comprensible, en un irremediable olvido. A los restaurantes les sucede algo parecido. El personal de sala puede dedicar unos minutos a explicar el concepto vigneron a cada mesa que atiende, pero no puede entrar en detalle ni puede proporcionar toda la información que encierra cada botella de vino que sea servida, ya que debe prestar atención a un millón de cosas más.


Visitando los viñedos de El Vino del Desierto. Verano 2017

Así pues, la cuadratura del círculo del Proyecto Vigneron pasa por la organización de eventos enoturísticos de calidad. Por supuesto no estamos pensando en grandes grupos a modo de viajes organizados, hablamos de grupos de 10-12 personas, con relación entre ellas o no, que bien podrían compaginar la visita a una bodega con posterior comida en uno de los restaurantes colaboradores, incluso si se diera el caso, pernoctando la noche previa en algún hotel adscrito al proyecto. Como es lógico, cada grupo debería ir permanentemente acompañado por un guía bien formado, con amplio conocimiento del proyecto y de las bodegas, así como con suficiente capacidad para transmitirlo a los asistentes. Dicho guía sería el encargado de presentar el proyecto, de darlo a conocer, así como de introducir a los asistentes en el mundo de la cata si fuera necesario. Una vez en la bodega, asumiría el papel de ayudante del vigneron, complementando sus explicaciones, resolviendo las dudas que se plantearan y apoyando al productor en todo momento, particularmente en aquellos temas en los que su aportación se considerase valiosa. Igualmente durante la comida en el restaurante, su rol debería limitarse a complementar la información enológica y vitivinícola aportada por el personal de sala, siempre con el máximo respeto y sin realizar valoraciones acerca de la gastronomía ni del servicio, territorio exclusivo de los profesionales de restauración. 




A diferencia de la mayoría de los restaurantes colaboradores, principalmente situados en la comarca del Sobrarbe, salvo alguna excepción, las bodegas se ubican algo más al sur y sureste de la provincia de Huesca, casi todas en la comarca del Somontano. Se puede consultar el listado completo de bodegas, hoteles, comercios y restaurantes en este enlace a la página web de La Corona de Aínsa. Qué duda cabe que la distribución geográfica de las bodegas condiciona la organización de dichos eventos, lo cual obligaría a un ajustado cálculo de los tiempos de traslado hasta el restaurante elegido. Nada es imposible de realizar con una adecuada planificación previa, aunque la colaboración de todas las partes resulta indispensable. Sería de gran ayuda la confección de un "menú vigneron", labor que debería ser llevada a cabo por aquellos restaurantes que decidieran sumarse, y por supuesto, debería incluir uno o dos vinos, a poder ser pertenecientes a la bodega visitada en ese día.

En la próxima entrada, los detalles de la jornada-piloto, quién sabe si pionera de un futuro Enoturismo Vigneron...