miércoles, 23 de mayo de 2018

> Un paseo por Cretas con Enrique Monreal, el mago de Mas de Torubio




En esta titubeante y fresca primavera que no termina de asentarse en lo climatológico, a contracorriente de ese calentamiento global apocalíptico con el que tanto nos amenazan a diario los medios de comunicación, una mañana de sábado nos regaló un ramillete de pequeños placeres, tampoco especialmente costosos, porque su valor  no es monetario sino emocional.

Viña y olivos, cultivos mediterráneos

Desde que se supera Alcañiz, el paisaje del Bajo Aragón deja de ser llano. Las colinas y barrancos se suceden, la vegetación gana en riqueza y diversidad, alternándose los bosques de ribera y los pinares con los cultivos más mediterráneos. Plantaciones de almendros y olivos, casi todos de la variedad Empeltre, el oro líquido del Bajo Aragón según el criterio de algunos reputados críticos gastronómicos, son los cultivos dominantes. La carretera que une Calaceite con Cretas es agradablemente sinuosa, muy cómoda de transitar en un delicado sube y baja, especialmente en días con escaso tráfico, lo cual es bastante habitual en este rincón de la provincia de Teruel. El viñedo apenas es visible en sus primeros kilómetros, pero de repente, como si una línea invisible se hubiera cruzado, empiezan a observarse las primeras viñas. 


Viñedo. Al fondo, la masía familiar de Mas de Torubio

La finca de la que proceden las uvas con las que se elaboran los vinos de Mas de Torubio se extiende por una vaguada de aproximadamente 25 hectáreas a casi 600 metros de altitud sobre el nivel del mar. En una entrada anterior ya dimos cumplida información acerca de esta pequeña bodega que se esfuerza en elaborar, cada día con mejores resultados, cinco maravillas enológicas en la comarca del Matarraña.


Con Enrique Monreal, inmejorable anfitrión

El pozo de Mas de Torubio en el centro del viñedo. Al fondo, Els Ports

Aparcamos el vehículo en un camino lateral y nos encontramos con quien iba a ser nuestro anfitrión para el resto de la jornada. Enrique Monreal, director técnico de Mas de Torubio, nos recibió a pie de viñedo. Amable y sonriente como siempre, nos invitó a dar un breve paseo hasta la vieja masía familiar que algún día servirá de nave de crianza. Actualmente en vías de rehabilitación, su ubicación domina las plantaciones de viñedo y olivos. Desde allí se tienen las mejores vistas del viñedo, presidido por un pozo central rodeado de lirios, margaritas y amapolas, verdadero icono de la bodega. En los laterales del camino de acceso a la masía, todas las plantas aromáticas imaginables aportan sus compuestos químicos al aire, al ambiente, a la pruina de las uvas y a cada botella de vino. A lo lejos, visible en dirección sureste, la sierra de Els Ports, única barrera orográfica que separa el Matarraña del cercano mar Mediterráneo, a menos de 50 kilómetros en línea recta. 

Julio, gran fotógrafo, junto a Enrique Monreal

 Garnacha Peluda (izquierda) y Garnacha Tinta (derecha)

Defensores convencidos de las variedades autóctonas, la parcela más grande es un crisol de Garnacha Tinta y Garnacha Peluda. Esta segunda se trata de un clon diferente que desde el punto de vista ampelográfico puede diferenciarse por presentar unos pequeños pelos en el envés de sus hojas. Como es lógico, también los vinos elaborados con ella son diferentes, más sutiles y florales, menos estructurados pero más fragantes y perfumados. Las reglamentaciones de la IGP Bajo Aragón no la reconocen como una variedad autorizada, así que en las etiquetas de Mas de Torubio figura como "garnacha indígena". En cuanto a otras castas tintas, el viñedo se completa con Cabernet Sauvignon, Merlot y Tempranillo, uvas que casi siempre acompañadas de Garnacha se utilizan para elaborar vinos con crianza. Los cepajes blancos cultivados son la autóctona Garnacha Blanca, en ocasiones un poco austera desde el punto de vista aromático, y la foránea Sauvignon Blanc, idónea para ensamblar con la anterior por su expresividad en nariz. 


Viñedo en espaldera

Todo el viñedo está plantado en espaldera para optimizar las labores de poda, aclareo y vendimia. Los suelos son arcillosos y la altitud media es de 580 metros. Un ingenioso sistema de alambres móviles permite mantener erguidos los pámpanos según van desarrollándose, evitando así un trabajo añadido como es el despuntado. De esta manera, la densidad foliar no interfiere en la correcta maduración de las bayas, y si es necesario para protegerlas, siempre se pueden bajar los alambres a modo de sombrilla o paraguas natural. Curioso mecanismo, totalmente novedoso para nosotros. 


Inscripción en la Iglesia de la Asunción (Cretas)

El centro histórico de Cretas es un dédalo de calles empedradas en el interior de un recinto amurallado, en excelente estado de conservación en algunos de sus tramos. Varios arcos atraviesan la muralla, aunque uno de ellos se abolió para permitir la construcción de la Iglesia de la Asunción o de San Juan Bautista, en cuya portada es posible leer una curiosa inscripción que da información al visitante acerca de quien se cree fue el arquitecto de la misma, Sebastián Deixado, así como el año en que se terminaron las obras. El nombre abreviado del maestro constructor, inspira las etiquetas de dos de los vinos elaborados por Mas de Torubio. Un guiño a la tradición y al pasado.



Interior de la bodega Mas de Torubio

En una estrecha calle que desemboca en la Calle Mayor, muy cerca de la Plaza de España, se ubican las instalaciones donde Enrique Monreal elabora sus vinos. La planta baja de la antigua casa familiar digamos que es la sala de elaboración. En realidad esos 150 metros cuadrados son también la sala de crianza, la recepción y prácticamente todo lo imaginable. Tres trujales subterráneos son el pulmón semioculto de la bodega. Parece increíble que en ese exiguo espacio se puedan elaborar cinco vinos diferentes, con las dificultades que comporta vinificar por separado cada variedad, realizar los trasiegos, los prensados, los desfangados... y todo ello con el máximo cuidado para obtener un producto de excelente calidad. 





En un artículo anterior detallamos las notas de cata del Xado Tinto, Cloteta, ClotaXado Blanco - por cierto, único vino blanco aragonés galardonado con medalla de oro en la edición de este año del Concurso Garnachas del Mundo - así que no las repetiremos en esta ocasión. Únicamente haremos mención a otro vino blanco que también elabora Enrique Monreal en una bodega perteneciente a la vecina DO. Terra Alta y que recibe el nombre de Prohom. Guarda ciertas similitudes con el Xado Blanco: ambos mayoritariamente elaborados con Garnacha blanca, completan su coupage con variedades aromáticas francesas, Viognier en el caso del Prohom y Sauvignon Blanc en el caso del Xado. El resultado es excelente: la Garnacha aporta estructura a ambos vinos y las uvas francesas les dotan de un gran atractivo en fase nasal, más frescor y tendencia a lo herbáceo la Sauvignon Blanc, más cálido y frutal la Viognier. Cremosos, grasos y untuosos ambos. Un mismo autor, un mismo estilo, dos vinos diferentes.







El único vino del catálogo de la bodega que nos quedaba por catar era el Torubio 2017, ensamblaje de Garnacha y Merlot, es por su nombre el que mejor representa el carácter familiar de la bodega. El sencillo diseño de su etiqueta, casi infantil, recorta la silueta de un viñador entre las cepas. Clara, nítida y directa. El hombre, la tierra y sus frutos. En la copa es visualmente de un color rojo cereza de capa media con menisco violáceo. Fase olfativa rica en frutas rojas con el atisbo de arándanos y alguna grosella negra. Gratamente balsámico, resulta muy sabroso en boca, con la viveza propia de un vino sin crianza. Taninos dulces y maduros, muy buena estructura y volumen. Aunque algo corto en el postgusto, resulta ser uno de los más claros ejemplos de lo que es un magnífico vino joven, versátil y fácil de tomar. Un vino honesto, sin trampa ni cartón. Que nadie se atreva a poner en duda que es posible embotellar el paisaje del Matarraña.

Como hace siglos lo intentaron los alquimistas, a  mitad de camino entre la magia y la ciencia, esa ilusión de condensar la esencia de una tierra y de sus gentes, la consigue todos los años Enrique Monreal en los vinos de Mas de Torubio.






1 comentario:

  1. El artículo excelente , como siempre. Lo de el cambio climático evidente que si se esta produciendo. Basta comprobar temperatura de los mares y deshielo polar.

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